Honduras: Defensor de derechos humanos se recupera de herida de bala
El defensor ha sido dado de alta médica, luego de ser intervenido quirúrgicamente y permanecer interno cuatro días en un hospital de Tegucigalpa.
Vásquez recibió una herida de bala en una de sus rodillas la que le partió en dos “la rótula”, lesión que lo mantendrá por más de cuatro meses inmovilizado.
“Yo andaba con mi cámara filmando vídeos cuando un compañero quedo atrapado en un alambrado yo afirmé mi cámara y en eso caminamos unos cinco a diez metros y cuando sentí que me fui por un lado y cuando me quise volver a parar ya no pude”, dijo Vásquez.
El ambientalista manifestó a C-Libre, que hasta el momento ninguna autoridad se ha comunicado con él, a excepción de un investigador que le anunció que lo visitaría en su casa, sin embargo un vocero del Ministerio Público informó que la Fiscalía de Comayagua está investigando el hecho.
La representante Residente de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) en Honduras, María Soledad Pazo, manifestó en el comunicado, que “Nos preocupa que al existir un amplio catálogo de estándares internacionales para la ejecución de desalojos, éstos no sean aplicados. Si un tribunal nacional ha fallado a favor del desalojo, esta situación todavía puede constituir un desalojo forzoso ilegal e injustificado”.
Según Naciones Unidas “la ejecución del desalojos forzosos debe realizarse de manera excepcional y cuando no exista otra posibilidad razonable, previo a un estudio del impacto del desalojo y reubicación y tras agotar los recursos judiciales oportunos”.
En el año 2015 milpah denunció el asesinato de nueve miembros de su organización, en resistencia a la instalación de dos proyectos hidroeléctricos propiedad del esposo de la primera vicepresidenta del Congreso Nacional Gladys Aurora López.
Congreso Nacional ignora recomendaciones de Oficina del Alto Comisionado
El equipo de comunicación de Conexihon.hn tuvo acceso al documento completo de las observaciones que las Naciones Unidas le hacen al Poder Legislativo sobre las reformas.
La oficina Internacional hace un estudio detallado de las reformas propuestas a la luz del derecho internacional de los derechos humanos y los estándares internacionales existentes.
El equipo de comunicación del Comité por la Libre Expresión pone a disposición del pueblo, de las organizaciones, periodistas y comunicadores sociales el documento con las observaciones enviadas al Poder Legislativo y que hasta ahora no han sido tomadas en cuenta.
Frente al muro la creatividad organizada - 28 Enero 2017
Frente al muro la creatividad organizada
Se
están viviendo tiempos difíciles. Y las cosas pintan para un panorama
nada halagador. Lo que está decidiendo el presidente de Estados Unidos,
Donald Trump, en el tema de migración, no es un asunto meramente entre
Estados Unidos y México, entre Donald Trump y Enrique Peña Nieto. Este
es un asunto de suma importancia para Centroamérica en especial y para
Latinoamérica en general.Es muy sospechoso y hasta cómplice que los líderes políticos de la región, y sobre todo los del triángulo norte de Centroamérica, no hayan dicho ni una tan sola palabra con respecto a estas terribles decisiones que en Estados Unidos se están tomando. Las decisiones del país del norte van a impactar directamente en la población pobre de nuestros países e impactarán en la vida de cada nación. En Honduras, muchas familias viven de las remesas que envían sus seres queridos que un día salieron buscando nuevas oportunidades económicas o huyendo de la escandalosa violencia que arrebata la vida de la población.
El muro fronterizo y la decisión de presionar a las ciudades refugios, protectoras de la población migrante, es un acto inhumano de un presidente que demuestra su odio en contra de los trabajadores migrantes al catalogarlos de criminales por el simple hecho de no estar documentado, documentos negados por el mismo Estados Unidos, cuyo presidente asegura sentirse invadido y saqueado por esa población que lo único que busca es el sustento de su familia que dejaron en sus países de origen.
Dicen que los tiempos difíciles representan oportunidades. Y así debe verse este momento de la historia, como una oportunidad para ser creativos y crear nuestros propios bloques, frentes, y armarnos de valor en comunidad y luchar por mejores condiciones de vida en nuestros países. Es hora de cambiar los muros por puentes. Somos países ricos pero víctimas del saqueo de los políticos por medio de su abusiva corrupción.
La organización y las estrategias de sobrevivencia deben brotar desde las comunidades, desde el barrio, desde la aldea, organizarnos y demandar salud y educación de calidad. Empleos dignos y bien remunerados. Demandar seguridad y apostar por la recuperación de los espacios públicos. No debemos esperar que esas intenciones salgan de los políticos que hoy por hoy están emborrachados de la politiquería y con ansias de más poder para aprovecharse y beneficiar a un grupúsculo que tiene secuestrada la institucionalidad del país. Frente al muro, la apuesta debe ser por la creatividad organizada.
El asesinato de Berta Cáceres no frenará la vida del pueblo lenca
16/01/2017
Entrevista a Tomas Gómez, coordinador del COPINH en Honduras
Esa
es la conclusión medular a la que una arriba después de un intercambio
con Tomás Gómez, coordinador de COPINH, organización cívica de pueblos
originarios de Honduras. Durante Paradigmas Emancipatorios, evento que
se realiza en La Habana, del 10 al 13 de enero, el conflicto cultural en
torno al desarrollo en América Latina se distingue como el ojo de un
huracán que deja nuevos y tristes estragos en la región. Sin embargo,
este líder indígena vuelve a recordarnos que la contemporización del
tema tiene que ver, sobre todo, con una deuda histórica, de
reconocimiento e inclusión culturales nunca saldada.
El
diálogo que proponía el brasileño Paulo Freire sigue también
aletargado. En tanto el desencuentro limita la refundación como sueño y
propuesta indígenas y de otros sectores, alienta la recurrencia a la
guerra y la pérdida de vidas, callada o rotunda.
La recolonización de Honduras
Como
pueblo lenca estamos en varios departamentos de Honduras, 8 de los 18
del país. Nuestro territorio es rico en oro, agua, plata, bosque, todas
las riquezas naturales. Pero a la vez somos un pueblo diferenciado, un
pueblo indígena que luchamos por la defensa de los bienes comunes de la
naturaleza, lo cual se traduce en enfrentar a los monstruos, como
decimos nosotros, que es el sistema neoliberal capitalista y su
arremetida contra los pueblos.
Cuando
fue el momento del saqueo, de la colonización, de la invasión brutal
hacia las comunidades indígenas buscaron la manera de replegar a los
pueblos a lugares donde hay muchos cerros, en sitios áridos donde no hay
riqueza, donde realmente los pueblos no pudieran producir. Pero, con el
transcurso del tiempo, han sobrevivido cultivando la tierra, han podido
desarrollarse.
A partir
de toda la arremetida de los ajustes estructurales, como le llama el
Fondo Monetario Internacional, se dice que es en los territorios
indígenas donde está la mayor riqueza natural. El poder económico los ve
como el lugar para hacer mucha plata, y ven, además, la mano de obra
barata, el sometimiento al pueblo, el despojo de los territorios, el
saqueo y el exterminio de las comunidades.
Durante
los años 80 y 90 acontece un 5% de la privatización de los territorios,
que luego sigue aumentando. Pero, al mismo tiempo, se calificó a la
población indígena como una minoría. Nosotros somos 9 pueblos indígenas,
diferenciados como pueblo lenca, pero también hay pueblos garífunas,
maya chortis, el pueblo misquita y tantos otros. Hemos hecho algunas
encuestas y más del 50% de la población es de origen indígena. Sin
embargo, el Estado, a través de sus métodos de educación, de censos
poblacionales ha ido disminuyendo la población porque le interesa que no
haya indígenas y así evitar el apoyo, el amparo mayor a nuestra lucha
que se da desde la autonomía y autodeterminación de los pueblos.
Dentro
del engranaje del Estado no ha habido nunca una garantía constitucional
que pueda facilitar nuestro desarrollo, con nuestras creencias y
cultura. Más bien ha habido una política de exterminio, por ejemplo, la
iglesia católica y la evangélica han jugado un papel en beneficio de
este poder económico y político y han buscado la manera de intentar
eliminar todas las formas de creencia de las comunidades indígenas y de
vida como nuestras actividades ceremoniales.
Resistencia y organización
Ven que la Constitución de la República nos desampara como pueblos indígenas, pero no ven que hay pueblos resistentes.
Cuando
vinieron los colonizadores, Lempira que era un líder indígena de una
tribu del pueblo lenca, y otros líderes, se unen para luchar. El pueblo
lenca fue el más golpeado, pero también el más exterminado en su idioma.
Sometieron brutalmente a muchos indígenas porque no eran entendidos
cuando hablaban. Pero también, a partir de ahí, nosotros traemos en
nuestra sangre la rebeldía y es por eso que asesinan a nuestra compañera
Berta Cáceres.
El Consejo
Cívico de Organizaciones y Pueblos Indígenas de Honduras (COPINH) surge
en 1993 para reivindicar nuestra identidad cultural y defender nuestros
bienes comunes de la naturaleza, para luchar contra un poder o poderes
hegemónicos, el político y el económico; dentro de ellos, para poder
acaparar los territorios, tienen el ejecutivo y el judicial. El COPINH
se organiza como alterativa al modelo de ajuste estructural.
El
COPINH ha venido siendo un referente de resistencia, de propuesta, de
inspiración para otros territorios, por ejemplo, campesinos, que también
son de origen indígena. Están conscientes de la importancia de seguir
el camino que ha venido construyendo el pueblo lenca.
Hemos
visto la resistencia que tuvo y sigue teniendo COPINH en Río Blanco, en
Atlántida. También ha habido levantamientos territoriales, municipales
que han logrado detener varias concesiones en sus territorios, o los
llamados cabildos abiertos en las alcaldías oficiales. Esa propuesta ha
calado no solo en el territorio hondureño porque hemos podido ver que
cuando nos encontramos con compañeros y compañeras de Guatemala,
Nicaragua, Costa Rica, a pesar de que este último tiene otro contexto,
estamos de acuerdo en la necesidad de la construcción desde abajo y que
sea pluricultural, que sea una propuesta inclusiva de todos los sectores
sociales de un país.
Más privatización
A
partir del 2000 hasta la actualidad, hay una mayor presencia en el país
de las empresas privadas para lo que ellos dicen, el desarrollo
económico en Honduras. Y no es así. Nos meten en regímenes especiales
que antes eran las ciudades modelos y ahora son Zonas de Desarrollo y
Empleo Económico, las cuales están por regímenes, por ejemplo,
agroindustrial, energético, minero, turístico, o sea, tienen 13 ramas y
eso significa que de un 25 % del territorio hondureño concesionado al
poder económico y político transnacional hoy es un 35%.
Ello
se ha traducido en más organización y lucha, pero también en mayor
peligro porque el mismo Estado ha ido creando leyes para favorecer a la
empresa privada, pero también para poner en desventaja a las comunidades
indígenas. Ahí es donde nosotros buscamos nuestra autonomía y
autodeterminación como pueblos indígenas.
Refundar desde abajo
El
COPINH siempre ha creído que es necesaria una refundación del país. No
estamos hablando solo de la constitución, sino que, en primer lugar, se
necesita cambiar el pensamiento capitalista patriarcal para luego
trabajar por una nueva asamblea nacional constituyente, con una
construcción desde los cimientos, y así crear una constitución que
garantice y vele por la multiculturalidad que hay en las comunidades,
que acabe con estas formas de criminalización, estigmatización y
asesinato hacia las comunidades, donde tengamos el derecho como pueblos
indígenas de arremeter contra las empresas que nos afectan, donde haya
inclusión y no exclusión. La lucha nuestra es para que exista un proceso
de consultamiento en base al Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo.
Creemos
que esa lucha la mantenemos a nivel de las redes de organizaciones que
hay en Honduras y en las comunidades. Hemos hecho dos encuentros por la
refundación del país, uno antes del golpe de Estado y otro después,
donde la Declaración de las caminatas resume nuestro posicionamiento
sobre lo que debe ser la constitución de la República. Ese es otro de
los retos porque el poder económico y político está planteando una nueva
constitución, pero ya hay propuestas desde los pueblos indígenas.
La investigación en torno a la líder Berta Cáceres
El
objetivo del asesinato ha sido detener una exigencia del territorio
lenca, pero también frenar el levantamiento de otras comunidades. Con el
asesinato de Berta querían destruir a una organización como el COPINH
que es beligerante, que moviliza a los territorios y que se enfrenta a
las concesiones que nos matan a pausa porque nos quitan nuestra
soberanía alimentaria, al quitarnos el agua, la tierra, el oxígeno y no
poder producir. También lo que quieren es que seamos peones del patrón y
que el único dueño del territorio sea la empresa privada.
Ellos
querían frenar otros levantamientos de Centroamérica, sobre todo
dirigidos por mujeres y que tienen una postura contra el patriarcado.
Ese proceso llevaba a la liberación de muchos pueblos indígenas. Cuando
hay una organización, un pueblo, una mujer coordinando significa una
amenaza fuerte al poder económico y político, al Banco Mundial. Nosotros
pudimos también parar un préstamo millonario, más de 30 millones de
dólares que le iban a dar a Sinohydro en Honduras. Cuando se ve que
Berta le dobla el brazo a este poder del banco económico mundial,
primero la criminalizan, la quieren meter presa, le hacen intentos de
asesinato y amenazas para que dejara ese apasionamiento claro y también
ha habido campañas en los medios contra el COPINH.
La
empresa DESA cada semana tiraba un dossier con unas 15 o 20 páginas
describiendo con lujo de detalles quién es el COPINH, diciendo que
estamos obstaculizando el desarrollo, ligados al narcotráfico, y todavía
lo hacen. En la actualidad hay más de 25 compañeros amenazados; la
coordinación general, igual, con varios atentados.
El
caso de Berta Cáceres está en la impunidad. El Estado no quiere que se
esclarezca porque están involucrados varios factores, la empresa
privada, el poder político del país. Si hubiera justicia el primero en
estar preso sería Juan Orlando Hernández porque era presidente del
Congreso Nacional cuando aprobó este concesionamiento. No se quieren
tocar los actores materiales fuertes ni los intelectuales.
Por
eso hemos pedido la instalación de la Comisión independiente, la
cancelación de los 50 concesionamientos a los que se enfrenta el COPINH,
la cancelación de la ley de minería. Ven que no es necesario seguir con
la investigación, sino alargarla para que quede en el olvido. No
tenemos confianza porque estas mismas entidades que querían meter presa a
Berta son quienes llevan el caso. Este continuará en la impunidad
mientras no haya comisión independiente, y expertos y expertas en temas
que tengan que ver con el engranaje del Estado hondureño.
Las demandas continuarán
Con
la DESA, dueña del complejo hidroeléctrico de Agua Zarca, hay varios
factores como los bancos intermedios, nacionales y el banco
centroamericano de integración económica, el banco finlandés, Finn Fund y
el holandés FMO. Estos fondos pasan al banco centroamericano de
integración económica. Berta como coordinadora había mandado varias
cartas a los bancos finlandés y holandés, diciéndoles que no podían
invertir en el proyecto porque había ilegalidades, inconsistencias y
violaciones a los derechos de los pueblos indígenas. Los bancos hicieron
caso omiso. En el 20015 cuando asesinan a Berta emiten un comunicado
donde dicen que no apoyarían más el proyecto.
Si
el banco hubiese desistido de financiar, posiblemente Berta estuviera
viva, si el Estado hubiera parado el proyecto Agua Zarca en su momento,
Berta estuviera viva. Hoy existe un procedimiento donde el banco
finlandés quiere salirse amistosamente, donde no genere inconformidad de
la comunidad. Pero la comunidad de Río Blanco ha sido enfática, ha
reclamado que deje además el financiamiento a unas 50 concesiones, y ha
dicho que no hay condiciones para hacer consulta en el territorio porque
ya había informado sobre las ilegalidades en el proyecto antes del
asesinato de Berta Cáceres. Estas son demandas que continuaremos en el
2017.
Autodesarrollo comunitario
Nosotros
somos una organización antineoliberal, anticapitalista, antipatriarcal y
antisistémica. El COPINH surge para reivindicar nuestros derechos, y lo
que estamos desarrollando en las diferentes comunidades es la formación
política principalmente para ser autosostenibles, apostándole al
desarrollo comunitario donde haya producciones alternativas, donde haya
maíz, frijoles, naranja, café y sea esa la fuente económica de las
comunidades. También le apostamos por el abono orgánico.
La
propuesta primero es el acceso a la tierra y a la posibilidad de
producción. La comunidad de Río Blanco tenía que salir a la altura del
2013 a comprar maíz a otros dos departamentos, Intibucá y Santa Bárbara
porque la empresa DESA tenía usurpado todos los territorios de las
comunidades indígenas donde se podía producir maíz. Al recuperarse la
tierra, teniendo en cuenta que hay un título de 1847, un título
ancestral entregado por la corona, empiezan a sembrar productos y hoy ya
no hay crisis alimentaria, sino que van a esos departamentos a vender
su maíz.
Otros de los
aspectos además de la soberanía alimentaria, es la salud alternativa, y
le estamos apostando a una escuela con un enfoque intercultural,
bilingüe, como decimos nosotros, donde hay enfermeros y personas que se
preparan. Otro aspecto es la educación porque hoy todo es una mercancía,
porque hasta nuestra salud es una mercancía, mientras nosotros creemos
que se trata de algo colectivo, y por tanto, creamos esas formas
alternativas al modelo neoliberal que está afectando a nuestro pueblo.
http://www.alainet.org/es/arti culo/182858
Ante todo, la MACCIH que Honduras necesita es la que en este año 2017 se decide a tomar distancia real, y no sólo de palabra, del equipo de gobierno que preside Juan Orlando Hernández. Esto no significa que deja de tener relación, puesto que interactuar con el gobierno es parte esencial de su función. Pero esta condición no debía ser nunca razón para que tenga su propia autonomía e independencia frente a un gobierno que tiene la más alta cuota de responsabilidad en los hechos y las dinámicas de corrupción que a la MACCIH le toca investigar.
De igual manera, la MACCIH que Honduras necesita es la que sabe escuchar a los sectores defensores de DDHH y a las diversas organizaciones vinculadas con las víctimas de violaciones y de los actos de corrupción. La MACCIH deberá escuchar a las organizaciones que son estigmatizadas e incluso criminalizadas por defender sus bienes naturales o luchan por los bienes públicos privatizados. Y tras la escucha, identificar e investigar los contratos de explotación o concesiones establecidos entre el gobierno con sectores de la empresa privada nacionales o transnacionales.
La MACCIH que Honduras necesita es la que no se acomoda a una relación de contubernio con el Ministerio Público. Es cierto que el actual fiscal general del Estado ha contado con el respaldo y aval de la Embajada Americana, pero también es cierto que es de conocimiento público que este alto funcionario es extremadamente dócil al presidente Juan Orlando Hernández lo que deja en precario la credibilidad de sus funciones y decisiones. El Ministerio Público es experto en torcer investigaciones hasta lograr que las víctimas aparezcan como victimarias y los victimarios como blancas palomitas.
Esa ha sido nuestra experiencia ante la denuncia que presentamos luego de los atropellos de las que fueron víctimas nuestra compañera periodista Sandra Marybel Sánchez y la defensora de derechos humanos Karla Lara mientras participaban en la jornada pacífica en contra de los peajes que el gobierno concedió a la empresa COVI. El Ministerio Público actuó conforme a los intereses de la empresa dejando a las víctimas todavía en mayor indefensión que antes de sufrir los atropellos y violaciones a sus derechos humanos. Este es apenas un botón de muestra para advertir que la MACCIH que Honduras necesita es la que mantiene una relación de precaución e incluso de sospecha ante el Ministerio Público.
La MACCIH no tiene más que el camino de responder a los clamores de investigar e identificar a los responsables de la corrupción que brotaron de decenas de miles de gargantas que salieron a las calles por varios meses. Estos clamores están íntimamente unidos a la desconfianza hacia la actual administración pública. Y responder a ellos desde una clara distancia de los hilos de poder del actual gobierno es lo que muchos sectores en Honduras esperan de la MACCIH en este año 2017. O toma esta osada decisión o su paso por Honduras quedará como es progenitora: una OEA cualquiera.
De forma simultanea, la diseñadora de ropa Bob Bland creaba una línea de camisetas que —como le ocurriera a la señora Shook— terminó por superar todas las expectativas. Las camisetas, cuyos lemas eran 'Nasty Women' y 'Bad Hombres', recaudaron en apenas tres días cerca de 20.000 dólares.
Ambos fenómenos terminaron por confluir de la mano de Vanessa Wruble, editora de OkayAfrica y que terminaría por convertirse en jefa de operaciones de la exitosa campaña de la 'Marcha de las mujeres'. Wruble, con buen criterio, pensó que una convocatoria así no podía ser promovida únicamente por mujeres blancas, por lo que contactó con Carmen Pérez, Tamika D. Mallory y Linda Sarsour.
Linda Sarsour ha estado en la vanguardia de las principales campañas de justicia social tanto a nivel local en Nueva York como a nivel nacional. Madre tres hijos, Sarsour es la Directora Ejecutiva de la Asociación Árabe Americana de Nueva York, cofundadora de los musulmanes de Ferguson y miembro de la Liga de la Justicia de Nueva York.
Carmen Perez ha dedicado 20 años a luchar por derechos civiles como la igualdad de género, la sanidad para inmigrantes y las políticas comunitarias. Es directora ejecutiva de The Gathering for Justice, una organización sin ánimo de lucro fundada por Harry Belafonte. Su trabajo dentro de los centros de detención juvenil y prisiones en California y Nueva York ha orientado y promovido la puesta en marcha de políticas estatales y federales.
Bob Bland dirige una empresa que está repensando el ecosistema de la moda (diseño, desarrollo y distribución) y creando un nuevo modelo de negocio que trata de transformar la producción de textil para la industria. Su objetivo es hacer despertar a la industria de la moda de Estados Unidos creando una cadena de suministro global que sea más transparente y sostenible.
A todo esto, la señora Shook, precursora involuntaria de la "turbamulta" sobre Washington, declinó la propuesta de liderar el movimiento y dio un paso atrás a la vista del cariz que habían tomado los acontecimientos. "No tenía un plan ni una idea de lo que pasaría", dijo Shook a Reuters por teléfono desde la isla de Maui. "Simplemente mantengo lo dicho, creo que debemos ponernos en marcha".
Después de que entre 3 y 4.5 millones participaron en las Marchas de Mujeres en decenas de ciudades de este país en repudio al nuevo mandatario, 24 horas después de su toma de posesión (incluyendo una concurrencia tres veces mas grande, según expertos, que la de su toma de posesión en Washington), Trump descartó la importancia de estas expresiones y emitió una serie de órdenes ejecutivas relacionadas con algunos de los temas principales de su campaña, entre ellas contra los derechos reproductivos de las mujeres.
Trump firmó una orden ejecutiva en que Estados Unidos se retira del Acuerdo Transpacífico (ATP), declarando al firmar que
La orden también anuló una pieza clave del legado de su antecesor Barack Obama, quien invirtió enorme capital político en promover el ATP en coordinación con la cúpula republicana del Congreso (y en contra de tal vez la mayoría de los legisladores demócratas, los sindicatos, ambientalistas, pequeños granjeros, defensores de consumidores y otros que se oponían).
Pero en torno a migración, otro gran tema de la campaña, sobre el cual se esperaba acción ejecutiva inmediata, hoy el gobierno de Trump pareció echarse para atrás, sobre todo en torno al delicado asunto de qué hacer con los llamados Dreamers, los jóvenes indocumentados que llegaron como niños con sus padres al país. Trump había prometido, repetidamente, anular todas las órdenes ejecutivas de Obama sobre migración en su primer día de gobierno, incluyendo el programa conocido como DACA, bajo el cual aproximadamente 700 mil dreamers están protegidos, por ahora, de la deportación y se les permite estudiar o trabajar temporalmente.
Hoy, mientras defensores de derechos de los inmigrantes esperaban en suspenso una declaración u orden, Trump no abordó el tema. Más aún, en la primera conferencia de la Casa Blanca, el secretario de prensa, Sean Spicer, preguntado repetidamente sobre el tema, indicó que
El Departamento de Seguridad Interior continúa aceptando y procesando solicitudes para el programa DACA a falta de una orden de Trump, reportó CQ Roll Call.
En un día de actividad incesante en la Casa Blanca, Trump firmó otras dos órdenes ejecutivas, además de la del ATP: una congelando contratación de personal de toda la burocracia federal, con la excepción del sector militar, y la anulación de asistencia extranjera estadunidense a cualquier grupo u organización que ofrezca abortos o informe sobre ellos en el mundo.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump,
comenzó su mandato con un nivel de controversia similar al que mantuvo
durante su campaña, ya que este lunes firmó en la Casa Blanca un decreto
para retirar a su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación
Económica (TPP, por sus siglas en inglés). Además, el domingo anunció
que el próximo 31 de enero, día en el que mantendrá una reunión con su
par mexicano, Enrique Peña Nieto, comenzará a renegociar el Tratado de
Libre Comercio de América del Norte.
Con el decreto firmado este lunes, Trump puso en marcha el proceso para que Estados Unidos salga del TPP, acuerdo estratégico que compartía con Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, México, Perú y Chile. EEUU había firmado el acuerdo el pasado 4 de febrero de 2016.
Según informó El Economista, en el equipo negociador que abordará las modificaciones al NAFTA y la salida del TPP estará el futuro secretario de Comercio y director del recién creado Consejo de Comercio de la Casa Blanco, Wilbur Ross, el representante de Comercio de EEUU, Robert Lighthizer, y uno de los economistas más críticos con China, Peter Navarro.
Las medidas de Trump están alineadas con el discurso proteccionista que mantuvo durante la campaña electoral, en la cual ya había planteado una plataforma antiglobalización para su mandato y había hecho un fuerte hincapié en fomentar el trabajo estadounidense.
HONDURAS, ENTRE LOS MÁS CORRUPTOS DE AMÉRICA LATINA
Dos
puntos descendió Honduras, en el Índice de Percepción de la Corrupción
(CPI), según un informe presentado por Transparencia Internacional; el
documento califica al país como uno de los más corruptos de
Latinoamérica, pese a la instalación de la Misión de Apoyo Contra la
Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih).
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa.
Honduras está evaluada como uno de los países más corruptos de
Latinoamérica, según el Índice de Percepción de la Corrupción (CPI) de
la organización Transparencia Internacional (TI), descendió dos puntos
en comparación con el 2015.
Para
este organismo, los países peores evaluados lo encabeza Venezuela, que
se ubica en el lugar 166 sobre 176 a nivel mundial. Le sigue Haití
159, Nicaragua 145, Guatemala 136, por su parte Honduras, México y
Paraguay comparten la misma posición 123.
Nueva
Zelanda y Dinamarca son los países menos corruptos del mundo, refleja
el Índice de TI, estos obtuvieron 90 puntos sobre 100, que sería el
nivel mínimo de corrupción que se puede tener.
A
estos, le siguen en las primeras posiciones del ranking Finlandia (89),
Suecia (88), Suiza (86), Noruega (85), Singapur (84), Holanda (83),
Canadá (82), y Alemania, Luxemburgo y el Reino Unido (81).
Uruguay,
destaca en la posición 21 de la clasificación general, le sigue Chile
24, Costa Rica 41, Cuba 60, Brasil 79 y Panamá 87.
De
igual manera Colombia 90 ocupa la posición, Argentina 95, El
Salvador 95, Perú 101, Bolivia 113, República Dominicana 120, y Ecuador
120.
El
informe muestra que solo dos países de los 19 latinoamericanos lograron
obtener más de 50 puntos en un máximo de cien, y se reveló que once
naciones empeoraron, entre ellas Honduras.
Cabe
destacar que el gobernante Partido Nacional, haciendo caso omiso de la
petición popular de instalar la Comisión Internacional Contra la
Impunidad-Honduras (CICIH), optó por aplicar la Misión de Apoyo Contra
la Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih).
La
Maccih, según el clamor popular “ha quedado a deber” desde que fue
instalada en febrero de 2016. En abril inició su diligencia para
investigar los casos emblemáticos de corrupción, siendo el Instituto
Hondureño de Seguridad Social (IHSS) su principal causa.
El
miembro de la junta interventora del IHSS, German Leitzelar, dijo a EL
LIBERTADOR que el millonario desfalcó de ese instituto, ascendió a 6.300
millones de lempiras.
En diciembre pasado la Maccih presentó su primer informe, en el que muchos hondureños se sintieron inconformes.
ONU PREOCUPADA POR VIOLENCIA CONTRA INDÍGENAS EN HONDURAS
Mediante
un comunicado la Organización de las Naciones Unidas (ONU), expresó su
preocupación sobre el violento desalojo del que fueron objeto los
pobladores que conforman el movimiento 9 de julio, asentados en el
departamento de La Paz.
La ONU denunció que las fuerzas de seguridad pública portaban armas de fuego y bombas lacrimógenas, que fueron utilizadas para efectuar el desalojo, en el que cuatro personas resultaron heridas.
La ONU denunció que las fuerzas de seguridad pública portaban armas de fuego y bombas lacrimógenas, que fueron utilizadas para efectuar el desalojo, en el que cuatro personas resultaron heridas.
Redacción / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. Este
día la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, en Honduras (OACNUHD) calificó de ilegal e
injustificado el desalojo realizado por la Policía y las Fuerzas Armadas
en el municipio de San Pedro de Tutule, La Paz.
A
través de un comunicado, la ONU denunció que las fuerzas de seguridad
portaban armas de fuego y usaron bombas lacrimógenas cuando ya se había
logrado el control y dispersión de los campesinos que forman parte del
movimiento 9 de julio.
La
representante del organismo internacional, María Soledad Pazo expresó
su preocupación ya que aunque existe un amplio catálogo de desalojos,
estos no se están aplicando.
“Si
un tribunal ha fallado a favor de un desalojo, esta situación todavía
puede constituir un desalojo forzoso ilegal e injustificado” declaró.
Pazo
manifestó que no existió una reubicación de las personas que fueron
desalojadas, por lo que consideró que el gobierno realice una serie de
acciones para garantizar el goce de los derechos de los afectados.
Según
el documento, cuatro personas resultaron heridas, entre ellas el
dirigente del Movimiento Indígena Lenca de La Paz (MILPAH), Víctor
Vásquez, quien fue herido por un disparo de bala en su pierna derecha.
La
ONU condenó que el asentamiento aún tenía un recurso de amparo en el
Juzgado de Letras de La Paz pendiente de resolverse, por lo que la orden
de desalojo aún estaba a la espera de resolverse.
“Hago
un llamado a todas las partes involucradas en este lamentable incidente
para que se promuevan espacios de diálogos y conciliación con el fin de
evitar que se repitan este tipo de hechos” culminó en el documento la
representante de la ONU.
El
Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH),
manifestó el pasado 5 de enero su temor de que se repitieran los mismos
hechos del 11 de mayo de 2016, donde este mismo grupo campesino fue
víctima de un violento desalojo realizado por elementos de seguridad
pública.La MACCIH que Honduras necesita - 11 Enero 2017
Ante todo, la MACCIH que Honduras necesita es la que en este año 2017 se decide a tomar distancia real, y no sólo de palabra, del equipo de gobierno que preside Juan Orlando Hernández. Esto no significa que deja de tener relación, puesto que interactuar con el gobierno es parte esencial de su función. Pero esta condición no debía ser nunca razón para que tenga su propia autonomía e independencia frente a un gobierno que tiene la más alta cuota de responsabilidad en los hechos y las dinámicas de corrupción que a la MACCIH le toca investigar.
De igual manera, la MACCIH que Honduras necesita es la que sabe escuchar a los sectores defensores de DDHH y a las diversas organizaciones vinculadas con las víctimas de violaciones y de los actos de corrupción. La MACCIH deberá escuchar a las organizaciones que son estigmatizadas e incluso criminalizadas por defender sus bienes naturales o luchan por los bienes públicos privatizados. Y tras la escucha, identificar e investigar los contratos de explotación o concesiones establecidos entre el gobierno con sectores de la empresa privada nacionales o transnacionales.
La MACCIH que Honduras necesita es la que no se acomoda a una relación de contubernio con el Ministerio Público. Es cierto que el actual fiscal general del Estado ha contado con el respaldo y aval de la Embajada Americana, pero también es cierto que es de conocimiento público que este alto funcionario es extremadamente dócil al presidente Juan Orlando Hernández lo que deja en precario la credibilidad de sus funciones y decisiones. El Ministerio Público es experto en torcer investigaciones hasta lograr que las víctimas aparezcan como victimarias y los victimarios como blancas palomitas.
Esa ha sido nuestra experiencia ante la denuncia que presentamos luego de los atropellos de las que fueron víctimas nuestra compañera periodista Sandra Marybel Sánchez y la defensora de derechos humanos Karla Lara mientras participaban en la jornada pacífica en contra de los peajes que el gobierno concedió a la empresa COVI. El Ministerio Público actuó conforme a los intereses de la empresa dejando a las víctimas todavía en mayor indefensión que antes de sufrir los atropellos y violaciones a sus derechos humanos. Este es apenas un botón de muestra para advertir que la MACCIH que Honduras necesita es la que mantiene una relación de precaución e incluso de sospecha ante el Ministerio Público.
La MACCIH no tiene más que el camino de responder a los clamores de investigar e identificar a los responsables de la corrupción que brotaron de decenas de miles de gargantas que salieron a las calles por varios meses. Estos clamores están íntimamente unidos a la desconfianza hacia la actual administración pública. Y responder a ellos desde una clara distancia de los hilos de poder del actual gobierno es lo que muchos sectores en Honduras esperan de la MACCIH en este año 2017. O toma esta osada decisión o su paso por Honduras quedará como es progenitora: una OEA cualquiera.
Teresa Shook, la abuela jubilada que de forma involuntaria prendió la mecha de las 'Marchas de mujeres'
Teresa Shook, residente en Hawai, creó un evento en Facebook que terminó por convertirse en masivo. Tamika D. Mallory, Carmen Pérez, Linda Sarsour y Bob Bland tomaron su testigo y se convirtieron en las caras visibles de un movimiento que ha devenido global.
PÚBLICO - Publicado: 22.01.2017 13:03
MADRID.- Ocurrió al poco
de que se conociesen los resultados que le daban la victoria a Donald
Trump sobre Hillary Clinton en las elecciones presidenciales de EEUU. Teresa Shook,
una abuela jubilada residente en Hawai e indignada con la victoria del
multimillonario, tuvo a bien crear un evento en Facebook —no sin antes
preguntar a sus amistades cómo hacerlo— convocando a una marcha en
Washington D. C para protestar contra el potentado neoyorquino. Invitó a unos 40 amigos y se fue a la cama.
Al
despertar, el humilde llamamiento se había convertido en viral: más de
10.000 usuarios se habían mostrado interesados en el evento de la señora
Shook. El resto es historia. Horas antes de que las calles de medio
mundo se llenaran de pancartas feministas y color fucsia, eran ya más de
100.000 personas las que se habían registrado para asistir a la llamada 'Marcha de las mujeres', movimiento que va camino de convertirse en una de las más importantes movilizaciones en la historia de los Estados Unidos. De forma simultanea, la diseñadora de ropa Bob Bland creaba una línea de camisetas que —como le ocurriera a la señora Shook— terminó por superar todas las expectativas. Las camisetas, cuyos lemas eran 'Nasty Women' y 'Bad Hombres', recaudaron en apenas tres días cerca de 20.000 dólares.
Ambos fenómenos terminaron por confluir de la mano de Vanessa Wruble, editora de OkayAfrica y que terminaría por convertirse en jefa de operaciones de la exitosa campaña de la 'Marcha de las mujeres'. Wruble, con buen criterio, pensó que una convocatoria así no podía ser promovida únicamente por mujeres blancas, por lo que contactó con Carmen Pérez, Tamika D. Mallory y Linda Sarsour.
Las caras más visibles del movimiento
Tamika D. Mallory es reconocida por ser una fervorosa defensora de la justicia social que ha trabajado estrechamente con la Administración Obama. Sus áreas de acción son la defensa de los derechos civiles, la igualdad de derechos para las mujeres, la salud, la violencia armada y el abuso policial. Su labor ha sido públicamente aplaudida hasta el punto de que Valerie B. Jarret, uno de los más importantes asesores del presidente Obama, se refirió a ella como una "líder del mañana".Linda Sarsour ha estado en la vanguardia de las principales campañas de justicia social tanto a nivel local en Nueva York como a nivel nacional. Madre tres hijos, Sarsour es la Directora Ejecutiva de la Asociación Árabe Americana de Nueva York, cofundadora de los musulmanes de Ferguson y miembro de la Liga de la Justicia de Nueva York.
Carmen Perez ha dedicado 20 años a luchar por derechos civiles como la igualdad de género, la sanidad para inmigrantes y las políticas comunitarias. Es directora ejecutiva de The Gathering for Justice, una organización sin ánimo de lucro fundada por Harry Belafonte. Su trabajo dentro de los centros de detención juvenil y prisiones en California y Nueva York ha orientado y promovido la puesta en marcha de políticas estatales y federales.
Bob Bland dirige una empresa que está repensando el ecosistema de la moda (diseño, desarrollo y distribución) y creando un nuevo modelo de negocio que trata de transformar la producción de textil para la industria. Su objetivo es hacer despertar a la industria de la moda de Estados Unidos creando una cadena de suministro global que sea más transparente y sostenible.
A todo esto, la señora Shook, precursora involuntaria de la "turbamulta" sobre Washington, declinó la propuesta de liderar el movimiento y dio un paso atrás a la vista del cariz que habían tomado los acontecimientos. "No tenía un plan ni una idea de lo que pasaría", dijo Shook a Reuters por teléfono desde la isla de Maui. "Simplemente mantengo lo dicho, creo que debemos ponernos en marcha".
El colapso del Partido Republicano, como con mucha perspicacia supo ver William Saletan en Slate Magazine, se asemeja a un Estado fallido, y Trump es su señor de la guerra. Los Estados fallidos son aquellos en donde la autoridad central y legítima es incapaz de asegurar la integridad y bienestar de sus ciudadanos, así como el cumplimiento de la ley y de las prerrogativas gubernamentales. Un Estado que no puede comportarse como tal, y que por tanto ve aparecer en su seno una multitud de poderes menores oportunistas que arrebatan trozos de poder al Estado, gobernándolos como sus reinos de taifas.
Donald J. Trump es ahora presidente de la primera potencia mundial en decadencia, ¿exportará con su victoria también una nueva revolución conservadora?‘Paper’
El derrumbe del sistema americano y la victoria de Trump
Obama fue en 2008 el triunfo
moral y simbólico de la América progresista. El nuevo presidente de EEUU
es el Obama de la otra América, la América conservadora. Pero los dos
grandes partidos, Demócrata y Republicano, han implosionado
Marcos Reguera
Caricatura de Donald Trump.
Luis Grañena
Luis Grañena
14 de
Enero de
2017 - CTXT
En tan solo seis días, el próximo 20 de enero, Donald J. Trump pasará
de ser presidente electo a ser presidente de los Estados Unidos. Sin
bien está por ver aún cuáles serán las implicaciones reales de su toma
de posesión, en un plano simbólico su victoria electoral ha sacudido el
mundo abriendo numerosos interrogantes sobre lo que su presidencia puede
suponer para la primera potencia global y el resto de países.
Este artículo forma parte de una serie de tres análisis que desgranarán distintos aspectos de la América de Trump, las elecciones, y la futura presidencia. El objetivo es ofrecer herramientas y claves de comprensión para que las lectoras y lectores puedan interpretar las numerosas noticias que se seguirán sucediendo sobre el próximo inquilino de la Casa Blanca.
En este primer capítulo, El derrumbe del sistema americano y la victoria de Trump, se intenta ofrecer una explicación de conjunto de las causas históricas, culturales y políticas que prepararon el terreno para la victoria del magnate neoyorquino.
El precio de la globalización para el American Way & Dream:
Las expresiones “American Dream” y "American Way of Life" juegan en la cultura norteamericana el papel de ideas de consenso sobre el significado de la vida en sociedad. Son el equivalente americano a la idea europea del Estado del bienestar: las condiciones sociales que permiten que un individuo y su colectividad puedan llevar una vida plena desde el nacimiento hasta la tumba. En Europa ese marco de bienestar queda a cargo del Estado, que debe regular y atenuar las injusticias para garantizar una vida digna. En los Estados Unidos, por el contrario, se entiende que son la ausencia del Estado y las oportunidades del mercado lo que provee el bienestar para quien lo persigue. Este consenso genera dos ideas relacionadas:
El American Dream se refiere a la promesa de éxito social y una vida de riqueza para aquel que tenga la voluntad de perseguir su propio engrandecimiento y reúna los suficientes méritos individuales. El American Way of Life son las condiciones concretas que dan cuerpo al American Dream. La sociedad de consumo, la democracia, la libertad económica y de expresión, la cultura popular, los valores morales, etc. No importa que pensemos que estas ideas sean mitos. Lo importante es que rigen la mentalidad de la gente generando realidad social, aunque no siempre sea la realidad que imaginan y desean los actores que viven bajo el American Dream y el American Way.
El American Way & Dream (como me referiré a ambos a partir de ahora) es, por lo tanto, a grandes rasgos, el contrato social de los estadounidenses.
Desde hace cincuenta años asistimos al desvanecimiento del modelo clásico del American Way & Dream, de una América blanca que progresa en una sociedad de consumo, con la promesa del éxito para el que se esfuerza y una vida en barrios residenciales.
La estampa nunca fue del todo real, aunque sí se corresponde con un momento de crecimiento sostenido y redistribución de la riqueza tras la Segunda Guerra Mundial, en lo que se llamó el consenso de Postguerra entre capital y trabajo. Estos años de crecimiento sostenido desde 1945 hasta 1973 marcaron a fuego en la mentalidad americana una imagen dorada de los Estados Unidos que no sólo se proclamaba como una realidad del momento, sino como una promesa para las generaciones venideras.
Desde los años sesenta del siglo XX las minorías raciales y sexuales, las mujeres y muchos progresistas se han aliado en la lucha por los derechos civiles, que ha recuperado la tradición de la lucha contra la esclavitud para construir unos Estados Unidos más inclusivos. Sus reivindicaciones no tienen por objetivo acabar con el American Way & Dream, sino conseguir que se cumpla para toda la población su hipotético punto de partida: la igualdad de oportunidades, es decir, igualdad de acceso a la competición económica.
Con la firma del acta de derechos civiles del presidente Johnson en 1964 se terminaba de cimentar una lucha legal de largo recorrido, y se codificaba el esfuerzo de las protestas por los derechos civiles, saltando estos de las calles a la política institucional en el Partido Demócrata. Éste se convirtió desde ese momento en el partido de los derechos civiles y las minorías. En esa época muchos jóvenes entrarán en el partido atraídos por su mensaje moderno y por los vientos de cambio, incluso muchos republicanos, como Hillary Clinton a finales de los años sesenta.
Pero el American Way & Dream no sólo se vería alterado por la paulatina (e incompleta) inclusión de los excluidos, sino que además se vería contestado por otro fenómeno distinto pero paralelo (temporalmente hablando) y es el fin de los Estados Unidos como la "Fábrica del Mundo".
Nixon fue el primero en sentenciar el modelo económico de postguerra salido de la conferencia de Bretton Woods. Con sus políticas económicas iniciaría la Era Neoliberal a través de su reforma monetaria, con la abolición definitiva del patrón oro y su sustitución por el dólar como patrón de referencia para la convertibilidad global, y la apertura de los Estados Unidos a la economía china con su visita a Pekín, preparó la economía norteamericana para una globalización que ya estaba desde hace tiempo en marcha por la propia lógica capitalista.
A corto plazo fue un gran éxito porque recobró para los Estados Unidos el liderazgo económico. A largo plazo liquidó el factor nacional de la economía americana acentuando su dependencia del exterior.
A corto plazo consiguió un crecimiento macroeconómico palpable gracias al desvío de fondos públicos desde el Estado a ciertos sectores privados, así como por la desaparición de regulación laboral, económica y medioambiental que facilitó una mayor flexibilidad y dinamismo para los negocios. A largo plazo el precio que pagó la sociedad norteamericana fue el empobrecimiento de grandes sectores de su población, profundizar en su impacto medioambiental que agravaba el calentamiento global y el inicio de la decadencia de los grandes sectores industriales tradicionales por la desprotección laboral y la imposibilidad de competir con altos salarios en un mercado mundial con economías sin regulación laboral.
La brecha salarial de los años ochenta llevó al presidente George H. W. Bush a preparar el primer gran tratado de libre comercio para compensar parte de la caída del consumo interno. El NAFTA, que amplió el mercado para los productos americanos, abrió a su vez las fronteras a los productos canadienses y mexicanos e inició todo un proceso de deslocalización industrial a México.
Bill Clinton terminó de aplicar el NAFTA y aprobó la Gramm-Leach-Bliley-Act en 1999 que desregularizó el sector bancario, apuntalando la dinámica de financiarización de la economía. El proceso de globalización llegó a su cúspide durante su mandato y el de su sucesor, George W. Bush, bajo cuya presidencia un sector bancario con una regulación menor y distintos objetivos provocó una política crediticia desbocada y especulativa que hinchó la burbuja inmobiliaria. Dicha burbuja explotaría al final de su mandato con la caída de Lehman Brothers y el inicio de la gran crisis global.
Obama, por su parte, ha intentado controlar parte de los efectos más perniciosos de la desregulación financiera mediante una política de rescate y subsidios a la zona industrial clásica de los Grandes Lagos. También ha favorecido a través de Ben Bernanke un enfoque monetario algo más heterodoxo del favorecido por Alan Greenspan en la reserva federal en las décadas precedentes. Pero estos tímidos cambios no rompieron con la dinámica expuesta anteriormente, y prueba de ello ha sido su apuesta por los tratados de libre comercio del TTP en el pacífico o el TTIP (aún inconcluso) con la Unión Europea.
Los resultados de esta dinámica son múltiples, pero para la victoria de Trump hay uno que se alza con gran importancia. La zona industrial tradicional de los Estados Unidos, la zona de los Grandes Lagos, la América del motor y de las grandes factorías automovilísticas, ha pasado de ser el centro económico estadounidense a una zona empobrecida y en decadencia.
El mercado ya no podía ofrecer una salida para la población de esa región ya que su estructura productiva no encajaba en la nueva economía globalizada. Las ayudas estatales y los servicios públicos desaparecieron por culpa de los recortes, pero no del todo. Como resultado de las políticas de discriminación positiva las minorías raciales tuvieron aún acceso a unos recursos que la clase trabajadora y parte de la clase media blanca empobrecida dejaron de percibir. El impulso de la lucha por los derechos de las mujeres consiguió que estas accedieran al mundo laboral, doblando el número de competidores en el mercado de trabajo. A lo que hay que añadir una mayor presencia de inmigrantes en zonas que generalmente habían sido blancas, así como el cierre de fábricas y negocios por la deslocalización industrial.
Si ni el Estado ni el mercado ofrecen los medios de reproducción vital, aparecen nuevos competidores para los pocos puestos de trabajo existentes, y los valores sociales y culturales de la época de bonanza se ven cuestionados por las élites culturales de zonas aún económicamente boyantes, el camino a la desunión queda pavimentado.
Esta idea es muy importante para mi argumento, pues explica por qué dentro de zonas que debieran ser netamente ganadoras la globalización se comporta como un arma de doble filo, enriqueciendo y generando oportunidades para un segmento de la población y destruyendo las condiciones de vida para muchos otros. Ninguno de estos segmentos sociales está excluido de la globalización, todos forman parte de ella y sus vidas se insertan en la misma a través del trabajo, de su ausencia, y en todos los casos a través del consumo. Esta desigualdad en el disfrute o sufrimiento del proceso globalizador no se debe exclusivamente a que se resida en zonas ganadoras (centro) o perdedoras (periferia) dentro de un país, sino por el lugar que se ocupa o se ha dejado de ocupar en la estructura económica y productiva global.
Aquellos cuyos trabajos pueden insertarse con facilidad en el mercado global, o sus derechos laborales se mantienen con la protección de la época precedente, se encuentran integrados y su conflicto con la globalización es menor. Aquellos cuyos puestos de trabajo pueden ser deslocalizados, o aquellos trabajadores que acceden en una situación de vulnerabilidad al mercado laboral se encuentran dislocados, porque su realidad es globalizada, pero no sacan ganancia de ello a pesar de estar en un espacio céntrico, y por lo tanto, teóricamente ganador.
Y es entre los dislocados entre los que el mensaje populista ha triunfado, pero para entender las consecuencias de esto antes tenemos que pensar otros problemas.
“Road to disunion”
“Road to disunion” es una expresión acuñada por los historiadores para referirse a la situación que los Estados Unidos vivieron en la década anterior a la Guerra Civil Americana. Lo que subyace a esta frase es la idea de que hubo un momento en la historia de los Estados Unidos donde el país se fracturó en dos mitades, con sociedades y proyectos políticos distintos, irreconciliables y antagónicos, cuya incapacidad de llegar a un acuerdo acabó sumiendo al país en una guerra civil.
Por supuesto, este no es el escenario que se nos plantea en la actualidad, a pesar de las alarmas por la victoria de Trump. Aunque el fenómeno del “road to disunion” sí que se encuentra en marcha.
Al día siguiente de que Trump ganara las elecciones presidenciales numerosos estadounidenses de las costas y de las grandes ciudades acudieron a manifestarse en contra del presidente electo. Esta situación no era nueva. En el año 2009, tras la toma de posesión de Obama, hubo grandes manifestaciones en su contra, en contra de su nueva ley fiscal y un rumor sobre su lugar de nacimiento para intentar desacreditar su legitimidad como presidente. Era el nacimiento del Tea Party. Estas protestas (y las sucedidas tras la elección de Trump), que podrían entenderse como un atentado contra el procedimiento democrático, forman parte de una larga tradición norteamericana de desobediencia civil, que, respetando los cauces institucionales, los impugnan.
En realidad se trata de un proceso que viene gestándose desde muy atrás, desde los años sesenta, cuando las luchas por los derechos civiles y contra la guerra de Vietnam consiguieron visibilizar las tremendas injusticias que se escondían en la sociedad norteamericana y el dudoso papel que esta jugaba en el mundo.
En el punto siguiente explicaré qué es un sistema de partidos, por el momento sólo diré que la alianza electoral que sostenía al Partido Demócrata como el partido dominante en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, y tras esta, se resquebrajó cuando los demócratas aceptaron las demandas del movimiento por los derechos civiles y perdieron el Sur de los Estados Unidos; una región que dominaban desde los tiempos de la guerra civil en el siglo XIX. Así como iniciaría la progresiva pérdida de influencia entre los trabajadores de clase obrera blanca, que en Estados Unidos suelen ser católicos y conservadores en temas sociales.
Así surgió la división contemporánea del reparto de voto que se conocería como sexto sistema de partidos. Pero esta divisoria era algo más que dos zonas distintas de votantes que constituirían la base para los dos grandes partidos. Con el tiempo cristalizó como dos Américas divididas sobre qué valores deben definir a los Estados Unidos. Dos Américas que no pueden verse, ni dialogar entre sí.
La victoria de Obama en el año 2008 fue la victoria moral y simbólica de una de esas dos Américas. El símbolo de que la lucha por los derechos civiles había conseguido romper el último techo de cristal con la conquista de la Casa Blanca por parte de un afroamericano. Donald Trump, por otra parte, es el Obama de la otra América, de la América conservadora que desea restaurar la paz social que ellos creen perdida por el relativismo y la mano blanda de los liberales de las costas. La América conservadora nunca llegó a aceptar a Obama como el legítimo presidente, y la América liberal-progresista no aceptará tampoco nunca a Trump. Y esto es así porque tanto Obama como Trump representan dos rupturas fundamentales con la tradición política norteamericana. Obama representa la ruptura racial con el hecho de que la presidencia recaiga sobre un varón de raza blanca, mientras que Trump representa la ruptura con la tradición republicano-liberal de respeto a las minorías y la prohibición de que la democracia devenga en tiranía de la mayoría.
Ahora bien, la elección de Trump supone algo más que la victoria de la América conservadora. Si observamos estas elecciones con distancia y dejando al individuo de lado, nos encontraremos que lo que ha operado ha sido la implosión de la América moderna y su proyecto de modernización, así como el colapso del sexto sistema de partidos.
El colapso del sexto sistema de partidos:
En la política norteamericana se llama sistema de partidos al conjunto de elementos recurrentes que, elección tras elección, se repiten haciendo que la contienda electoral se desenvuelva bajo unas reglas de juego específicas: qué partidos compiten y cuál es su programa. Quiénes son sus electores, sus preferencias y preocupaciones.
Resulta evidente que, aunque el Partido Demócrata y el Republicano compitan desde las elecciones de 1856, hoy en día no se tratan en esencia de los mismos partidos que había entonces. El Partido Republicano que llevó a Lincoln al poder no fue el mismo, con la misma ideología y votantes, que el que aupó a Reagan. De la misma manera que el Partido Demócrata que se erigió en defensor de la esclavitud en la antesala de la guerra civil no tiene la misma ideología y votantes que aquel que alzó al primer presidente afroamericano. A lo largo de siglo y medio el Partido Demócrata y el Republicano se han enfrentado defendiendo distintas visiones de la política y apoyados por un electorado distinto. Y cada vez que se ha dado un cambio sustancial en la relación del partido con sus votantes (porque recibió grupos nuevos, o perdió algún grupo de votantes tradicional), así como cada vez que el partido realizaba un cambio en el programa político profundo, decimos que el sistema de partidos ha cambiado, y que su coalición de votantes se ha transformado, porque el partido, aunque se llame igual, ya no representa lo mismo ni a los mismos votantes.
Esta misma idea es la que está detrás de la teoría moderna del populismo, cuando intelectuales como Ernesto Laclau o políticos como Íñigo Errejón hablan de “significante vacío”, una idea articuladora de demandas plurales de distintos colectivos que los unifica a pesar de sus diferencias en un mismo proyecto. En el fondo los populistas solamente han teorizado, a veces sin saberlo, sobre una realidad práctica de la política estadounidense. Esto además explica por qué la política norteamericana presenta simultáneamente un elevado grado de institucionalismo y de populismo.
Las coaliciones de votantes se rigen por una regla. El partido que consiga construir la coalición más variada, grande, ecléctica y fiel vencerá cuantas elecciones se le presenten. Así ocurrió durante el quinto sistema de partidos, cuando Franklin D. Roosevelt construyó la coalición del New Deal, que agrupaba a la mayoría de los trabajadores, hombres blancos conservadores del Sur y votantes católicos. Con esa coalición de votantes los demócratas gobernaron durante casi treinta años los Estados Unidos sin perder apenas ninguna elección presidencial contra los republicanos (con la excepción de Eisenhower), a la par que construyeron el consenso de postguerra y el American Way of Life sobre el que se asentaría el American Dream.
Ya hemos comentado antes que esa coalición se rompió cuando los demócratas perdieron el Sur por aceptar los derechos civiles y que el Partido Demócrata pasó de ser un partido de clase trabajadora blanca y católica a ser un partido que apuesta por unos Estados Unidos modernos e inclusivos. En la anterior sección presenté cuál ha sido la línea de fractura que ha dividido a demócratas y republicanos en el sexto sistema de partidos, en el que nos encontramos hasta estas elecciones.
Aquí hablo de su colapso, aunque no necesariamente de su desaparición o su sustitución por un séptimo sistema de partidos, aunque creo que existe una posibilidad de que esto pase, y, de ocurrir, sería el legado más duradero e influyente que Donald Trump podría crear.
La razón del colapso del sistema de partidos es que los dos grandes partidos han implosionado. Así como por encontrarnos ante una posible restructuración de las coaliciones de votantes demócrata y republicana. Analicemos primero el deterioro del Partido Republicano.
Puede resultar paradójico que hable de colapso del Partido Republicano cuando éste ha conseguido amasar un poder institucional en estas últimas elecciones con el que no contaba desde el año 1928. Pero el hecho de que un partido conserve un nombre no implica que siga siendo el mismo si el resto de condiciones ha cambiado.
Los neoconservadores, a pesar de que han quedado en nuestra memoria como la quintaesencia del político republicano, han sido una rareza en la historia del partido por un motivo: su militarismo y excesivo interés en asuntos internacionales. Los viejos republicanos tendían a abrazar más la otra línea tradicional de la política exterior, el aislacionismo, pues les permitía concentrarse en la vigilancia de los valores tradicionales y el orden en el interior del país, pilares fundamentales de su credo político, mientras que los demócratas suelen ser internacionalistas más destacados, obsesionados por cortar el mundo bajo su particular visión idealizada de América. El hecho de que muchos neoconservadores fueran demócratas, o incluso trotskistas, antes de convertirse en republicanos explica por qué generacionalmente aunaron ambas tendencias.
Pero en lo concerniente a la crisis del Partido Republicano, es importante recordar que, cuando a partir de 2004 las cosas comenzaron a torcerse en Irak, la popularidad de la segunda Administración Bush cayó en picado provocando una oleada de dimisiones. John Ashcroft y John Bolton en 2005, Donald Rumsfeld en 2006, Paul Wolfowitz en 2007. Y aquellas figuras fuertes que no dimitieron durante el segundo mandato, como Karl Rove, Dick Cheney o Condoleezza Rice, abandonaron la política tras la presidencia. Tan sólo quedó George H. W. Bush, como neoconservador fuerte en el partido, y ya era demasiado mayor para poder controlarlo y evitar el hundimiento.
El escenario que se dibujó tras la desaparición de los neoconservadores fue el de un partido con liderazgos frágiles y encontrados. Por un lado surgió una sucesión de líderes institucionales débiles, con un perfil moderado y fuertemente ligados al establishment de Washington DC. Los candidatos a la presidencia John McCain y Mitt Romney, o el expresidente de la Cámara de Representantes John Boehner fueron los principales candidatos del aparato republicano para cerrar la crisis en la que entró el partido durante la Era Obama. Junto a estos candidatos, y muy frecuentemente frente a ellos, apareció una tropa de demagogos de extrema derecha aupados por el Tea Party que contestaron continuamente a los sucesivos débiles líderes del establishment, forzando a los moderados a tener que acompañarse de los elementos cercanos al Tea Party para no perder a su voto más radical y movilizado.
A pesar de su popularidad entre la derecha más movilizada estos políticos anti-establishment no consiguieron imponerse a los débiles líderes moderados, principalmente por tres motivos:
El primero fue que eran candidatos de minorías, y no de coaliciones de votantes. A estas alturas queda clara la importancia de saber conectar el discurso con grupos heterogéneos y masivos para triunfar en la política americana. Los políticos del Tea Party eran perfectamente capaces de convocar masivas manifestaciones, pero en el área institucional nunca consiguieron imponerse al aparato republicano porque sus seguidores ultramovilizados no eran suficientes para contrarrestar al resto de grupos que miraban con suspicacia a estos líderes populistas.
Anterior al Tea Party pero de gran importancia en su conformación como fenómeno de masas, la derecha cristiana evangélica de numerosas iglesias se presenta unificada a través de un mensaje ultraconservador sobre la supuesta pérdida de los valores cristianos por parte de América, y su mayor foco de protesta residió en las llamadas luchas culturales: la restricción del aborto, la prohibición del matrimonio homosexual, la defensa de la familia tradicional, y toda reivindicación que preservase el núcleo de lo que ellos identificaban como "valores americanos". Sus principales líderes fueron Sarah Palin, Michele Bachmann, Newt Gingrich, Rick Santorum, Ben Carson y Ted Cruz.
Fundamental en la conformación del Tea Party, el ala libertariana de inspiración anarcocapitalista despliega la reivindicación de un Estado mínimo en todos los aspectos de la vida (el minarquismo). Su bestia negra era la política fiscal de Obama y su núcleo de valores giraba alrededor de una defensa a ultranza del individuo y sus derechos: derecho a las armas, defensa extrema de la libre empresa y el libre mercado, defensa de los servicios privados de educación y salud, y en general toda reivindicación que apoyase una independencia del individuo con respecto al Estado. El santo apóstol de este grupo era el veterano congresista Ron Paul, en cuya campaña por la nominación republicana a la presidencia tuvo origen el Tea Party en el año 2008, aunque los libertarianos también encontraron otros paladines para su causa como Paul Ryan, Rand Paul o las ultraconservadoras Sarah Palin y Michele Bachmann, que aunque no son libertarianas estrictas sí han asumido buena parte de su credo antiestatista.
De hecho, la única figura que ha podido aunar ambas familias, además del presentador radiofónico Rush Limbaugh, fue Sarah Palin. Quizás la única política del Tea Party con capacidad presidenciable. Sin embargo, una mezcla de fuerte rechazo de la élite republicana tradicional, junto a su incuestionable enriquecimiento personal por su actividad mediática tras haber sido candidata a vicepresidenta por McCain en las presidenciales de 2008 la disuadieron de continuar su carrera política, prefiriendo adoptar el papel de "suma pontífice" de los radicales en las hondas.
Esta división interna del Tea Party fue otra de las razones que le impidieron cobrar fuerza para llevar a cabo su asalto a un Partido Republicano debilitado. Y aunque las dos familias encontraron en su lucha contra la reforma sanitaria de Obama, el Obamacare, una causa común, no consiguieron rentabilizar su alianza lo suficiente como para generar un líder competitivo, y esto se debe en parte a la otra debilidad de los políticos del Tea Party, que fue lo que yo llamo "la paradoja de los cruzados morales".
Sin importar a qué ala del Tea Party perteneciera, todo político republicano radical compartía un elemento discursivo común: su rechazo a lo que ellos identificaban como una élite política de Washington, corrupta y despilfarradora, los políticos de Washington, el establishment de ambos partidos. En contraste ellos se presentaban como políticos redentores cuyo principal mandato era limpiar la capital de corrupción y hacer que la voz y el cabreo de sus electores se oyera fuerte. Dichos políticos, si conseguían convencer a los electores de su circunscripción con este discurso, llegaban a una ciudad donde efectivamente es común el intercambio de favores entre políticos, así como entre los políticos y los representantes de los lobbies. Pues sin el apoyo de los compañeros y la financiación de los lobbies ningún político puede hacerse oír en el Congreso o en los medios de comunicación. De igual manera les es imposible sacar adelante la legislación necesaria para contentar a sus electores. Por lo que al final siempre acababa ocurriendo la paradoja de que si los representantes de protesta se mantenían puros en su rechazo a las reglas de juego, caían en la irrelevancia, pues en un sistema donde la corrupción es estructural ni se les escuchaba, ni podían presentar resultados concretos y palpables a sus electores. Pero si se "ensuciaban" pactando con otros políticos más poderosos o con los lobbies, entonces eran tachados de traidores por sus electores y veían retirada su confianza en la renovación del mandato. De esta manera, el discurso de cruzada moral y política encerró a los políticos del Tea Party en una paradoja irresoluble que fue acabando con la carrera política de muchos de ellos.
Y de esta manera se acabó consumando el colapso del Partido Republicano. Desaparecida la generación neoconservadora que lo había gobernado por tres décadas, con unos líderes moderados débiles y desacreditados, y unos candidatos radicales divididos, incapaces de generar coaliciones de votantes y de lidiar con sus contradicciones, el partido navegó durante una década a la deriva, descartado como partido de gobierno y transformado en partido de protesta. Ganador de todas las elecciones legislativas y perdedor de todas las presidenciales, fue incapaz de traducir su resistencia en el poder legislativo en poder político real.
Esta situación allanó el camino a que un liderazgo fuerte y ajeno al partido pudiera conquistar la organización superando las resistencias y lógicas inmunitarias del poder orgánico. Esta es también una de las razones que explican por qué Trump fue capaz de conquistar el Partido Republicano mientras que Bernie Sanders acabó siendo derrotado por la maquinaria institucional del Partido Demócrata, a pesar de tratarse de un líder de masas mucho más capacitado que Hillary Clinton. El Partido Demócrata, aunque iba a sufrir una crisis de legitimidad y posterior colapso de igual naturaleza que el Partido Republicano, aún conservaba en funcionamiento a su élite partidista, y, con ello, los mecanismos inmunitarios para poder manipular el procedimiento democrático a favor de su candidata. Pero el colapso del Partido Demócrata requiere de un análisis pormenorizado que realizaré cuando analice la figura de Clinton y las razones de su derrota.
El colapso del Partido Republicano, como con mucha perspicacia supo ver William Saletan en Slate Magazine, se asemeja a un Estado fallido, y Trump es su señor de la guerra. Los Estados fallidos son aquellos en donde la autoridad central y legítima es incapaz de asegurar la integridad y bienestar de sus ciudadanos, así como el cumplimiento de la ley y de las prerrogativas gubernamentales. Un Estado que no puede comportarse como tal, y que por tanto ve aparecer en su seno una multitud de poderes menores oportunistas que arrebatan trozos de poder al Estado, gobernándolos como sus reinos de taifas. Lo habitual en estas situaciones es que el Estado desaparezca dando lugar a nuevas realidades políticas (como ocurrió en los Balcanes), que el poder central acabe por retomar el control con el tiempo (caso de Colombia), o que uno de los sujetos oportunistas acabe avasallando a los demás y tome el poder central para sí (como hizo Putin en Rusia). Este es el caso también de Trump con el Partido Republicano (quizás por eso él y Putin se entienden tan bien) y lo habitual cuando un señor de la guerra toma un Estado es que repueble el gobierno con sus vasallos leales y adeptos.
Richard B. Spencer, el brillante y peligroso líder intelectual de la facción Radix de la Alt Right, la nueva extrema derecha americana, comparó a Trump con la figura de Napoleón. Napoleón tomó oportunistamente el poder cuando los elementos en conflicto de la Revolución Francesa se destruyeron entre sí, corporeizando en su figura una visión autoritaria de la revolución. Trump se alza de las cenizas del Partido Republicano para corporeizar una visión más autoritaria del American Way & Dream cuando este parece herido de muerte. Napoleón con sus conquistas exportó el modelo de la Revolución Francesa por toda Europa. Donald J. Trump es ahora presidente de la primera potencia mundial en decadencia, ¿exportará con su victoria también una nueva revolución conservadora?
Marcos Reguera. Investigador en la Universidad del País Vasco.
Este artículo forma parte de una serie de tres análisis que desgranarán distintos aspectos de la América de Trump, las elecciones, y la futura presidencia. El objetivo es ofrecer herramientas y claves de comprensión para que las lectoras y lectores puedan interpretar las numerosas noticias que se seguirán sucediendo sobre el próximo inquilino de la Casa Blanca.
En este primer capítulo, El derrumbe del sistema americano y la victoria de Trump, se intenta ofrecer una explicación de conjunto de las causas históricas, culturales y políticas que prepararon el terreno para la victoria del magnate neoyorquino.
El precio de la globalización para el American Way & Dream:
Las expresiones “American Dream” y "American Way of Life" juegan en la cultura norteamericana el papel de ideas de consenso sobre el significado de la vida en sociedad. Son el equivalente americano a la idea europea del Estado del bienestar: las condiciones sociales que permiten que un individuo y su colectividad puedan llevar una vida plena desde el nacimiento hasta la tumba. En Europa ese marco de bienestar queda a cargo del Estado, que debe regular y atenuar las injusticias para garantizar una vida digna. En los Estados Unidos, por el contrario, se entiende que son la ausencia del Estado y las oportunidades del mercado lo que provee el bienestar para quien lo persigue. Este consenso genera dos ideas relacionadas:
El American Dream se refiere a la promesa de éxito social y una vida de riqueza para aquel que tenga la voluntad de perseguir su propio engrandecimiento y reúna los suficientes méritos individuales. El American Way of Life son las condiciones concretas que dan cuerpo al American Dream. La sociedad de consumo, la democracia, la libertad económica y de expresión, la cultura popular, los valores morales, etc. No importa que pensemos que estas ideas sean mitos. Lo importante es que rigen la mentalidad de la gente generando realidad social, aunque no siempre sea la realidad que imaginan y desean los actores que viven bajo el American Dream y el American Way.
El American Way & Dream (como me referiré a ambos a partir de ahora) es, por lo tanto, a grandes rasgos, el contrato social de los estadounidenses.
Desde hace cincuenta años asistimos al desvanecimiento del modelo clásico del American Way & Dream, de una América blanca que progresa en una sociedad de consumo, con la promesa del éxito para el que se esfuerza y una vida en barrios residenciales.
La estampa nunca fue del todo real, aunque sí se corresponde con un momento de crecimiento sostenido y redistribución de la riqueza tras la Segunda Guerra Mundial, en lo que se llamó el consenso de Postguerra entre capital y trabajo. Estos años de crecimiento sostenido desde 1945 hasta 1973 marcaron a fuego en la mentalidad americana una imagen dorada de los Estados Unidos que no sólo se proclamaba como una realidad del momento, sino como una promesa para las generaciones venideras.
Desde hace cincuenta años asistimos al desvanecimiento del modelo clásico del ‘American Way & Dream’, de una América blanca que progresa en una sociedad de consumoAun así, no todos formaban parte de ese relato de recompensa al éxito económico y valores tradicionales en barrios residenciales. Los afroamericanos sufrían la segregación, los latinos vivían una marginalidad crónica y las mujeres y minorías sexuales vivían subordinadas y ninguneadas bajo las figuras patriarcales del marido y hombre blanco heteronormativo. El American Way & Dream no sólo era homogéneo, sino que además era terriblemente excluyente.
Desde los años sesenta del siglo XX las minorías raciales y sexuales, las mujeres y muchos progresistas se han aliado en la lucha por los derechos civiles, que ha recuperado la tradición de la lucha contra la esclavitud para construir unos Estados Unidos más inclusivos. Sus reivindicaciones no tienen por objetivo acabar con el American Way & Dream, sino conseguir que se cumpla para toda la población su hipotético punto de partida: la igualdad de oportunidades, es decir, igualdad de acceso a la competición económica.
Con la firma del acta de derechos civiles del presidente Johnson en 1964 se terminaba de cimentar una lucha legal de largo recorrido, y se codificaba el esfuerzo de las protestas por los derechos civiles, saltando estos de las calles a la política institucional en el Partido Demócrata. Éste se convirtió desde ese momento en el partido de los derechos civiles y las minorías. En esa época muchos jóvenes entrarán en el partido atraídos por su mensaje moderno y por los vientos de cambio, incluso muchos republicanos, como Hillary Clinton a finales de los años sesenta.
Pero el American Way & Dream no sólo se vería alterado por la paulatina (e incompleta) inclusión de los excluidos, sino que además se vería contestado por otro fenómeno distinto pero paralelo (temporalmente hablando) y es el fin de los Estados Unidos como la "Fábrica del Mundo".
Nixon fue el primero en sentenciar el modelo económico de postguerra salido de la conferencia de Bretton Woods. Con sus políticas económicas iniciaría la Era NeoliberalDesde el inicio de la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos habían sido el principal productor global de bienes manufactureros orientados al mercado mundial, lo que creó veinte años de bonanza que permitieron cimentar el American Way & Dream como una sociedad industrial y de consumo con posibilidades económicas casi ilimitadas. Pero esto comenzó a cambiar con la recuperación económica de las zonas europeas devastadas por la guerra (el despegue alemán y la configuración de la Comunidad Económica Europea), así como por la industrialización de sociedades agrarias del tercer mundo, en especial las economías asiáticas, que comenzando por Japón, seguido por los Tigres Asiáticos y con la incorporación final de China han configurado un nuevo bloque mundial que ha desplazado el centro económico del océano Atlántico al Pacífico. Dichas sociedades pasaron de ser mercados estadounidenses a competidores económicos de manera simultánea. Si a esto le sumamos que la reforma monetaria de Nixon y la situación de estanflación del momento dispararon la crisis del petróleo de 1973 y la descompensación entre oferta de bienes producidos, muy superior a la capacidad de consumo interno norteamericano, tenemos que a principio de los años setenta se generaron las condiciones para que los Estados Unidos no pudieran sostener el ritmo de crecimiento económico necesario para mantener el American Way & Dream, y de esta manera surgió la necesidad de reformar la economía para sostener el modo de vida americano.
Nixon fue el primero en sentenciar el modelo económico de postguerra salido de la conferencia de Bretton Woods. Con sus políticas económicas iniciaría la Era Neoliberal a través de su reforma monetaria, con la abolición definitiva del patrón oro y su sustitución por el dólar como patrón de referencia para la convertibilidad global, y la apertura de los Estados Unidos a la economía china con su visita a Pekín, preparó la economía norteamericana para una globalización que ya estaba desde hace tiempo en marcha por la propia lógica capitalista.
A corto plazo fue un gran éxito porque recobró para los Estados Unidos el liderazgo económico. A largo plazo liquidó el factor nacional de la economía americana acentuando su dependencia del exterior.
La brecha salarial de los años ochenta llevó a George H. W. Bush a preparar el primer gran tratado de libre comercio para compensar parte de la caída del consumo interno, el NAFTARonald Reagan profundizó el enfoque inaugurado por Nixon con su “Reaganomics” desviando recursos públicos desde el gasto en servicios sociales a los contratos de defensa, iniciando los programas de desregulación económica, así como implementando una bajada selectiva de impuestos que, en teoría, liberaría ingresos para el consumo.
A corto plazo consiguió un crecimiento macroeconómico palpable gracias al desvío de fondos públicos desde el Estado a ciertos sectores privados, así como por la desaparición de regulación laboral, económica y medioambiental que facilitó una mayor flexibilidad y dinamismo para los negocios. A largo plazo el precio que pagó la sociedad norteamericana fue el empobrecimiento de grandes sectores de su población, profundizar en su impacto medioambiental que agravaba el calentamiento global y el inicio de la decadencia de los grandes sectores industriales tradicionales por la desprotección laboral y la imposibilidad de competir con altos salarios en un mercado mundial con economías sin regulación laboral.
La brecha salarial de los años ochenta llevó al presidente George H. W. Bush a preparar el primer gran tratado de libre comercio para compensar parte de la caída del consumo interno. El NAFTA, que amplió el mercado para los productos americanos, abrió a su vez las fronteras a los productos canadienses y mexicanos e inició todo un proceso de deslocalización industrial a México.
Bill Clinton terminó de aplicar el NAFTA y aprobó la Gramm-Leach-Bliley-Act en 1999 que desregularizó el sector bancario, apuntalando la dinámica de financiarización de la economía. El proceso de globalización llegó a su cúspide durante su mandato y el de su sucesor, George W. Bush, bajo cuya presidencia un sector bancario con una regulación menor y distintos objetivos provocó una política crediticia desbocada y especulativa que hinchó la burbuja inmobiliaria. Dicha burbuja explotaría al final de su mandato con la caída de Lehman Brothers y el inicio de la gran crisis global.
Obama, por su parte, ha intentado controlar parte de los efectos más perniciosos de la desregulación financiera mediante una política de rescate y subsidios a la zona industrial clásica de los Grandes Lagos. También ha favorecido a través de Ben Bernanke un enfoque monetario algo más heterodoxo del favorecido por Alan Greenspan en la reserva federal en las décadas precedentes. Pero estos tímidos cambios no rompieron con la dinámica expuesta anteriormente, y prueba de ello ha sido su apuesta por los tratados de libre comercio del TTP en el pacífico o el TTIP (aún inconcluso) con la Unión Europea.
La zona de los Grandes Lagos, la América de las grandes factorías automovilísticas, ha pasado de ser el centro económico estadounidense a una zona empobrecida y en decadenciaVemos pues que las últimas décadas han supuesto una dinámica constante de auge globalizador de un capitalismo desregularizado, con los Estados Unidos consiguiendo con cada reforma económica mantenerse a la cabeza de las economías mundiales, pero al precio de horadar las bases económicas nacionales que habían hecho posible el American Way & Dream. Esto, por supuesto, no es responsabilidad ni resultado exclusivo de la política norteamericana. Es una dinámica capitalista mundial, pero a la que los distintos presidentes norteamericanos han contribuido de manera decisiva.
Los resultados de esta dinámica son múltiples, pero para la victoria de Trump hay uno que se alza con gran importancia. La zona industrial tradicional de los Estados Unidos, la zona de los Grandes Lagos, la América del motor y de las grandes factorías automovilísticas, ha pasado de ser el centro económico estadounidense a una zona empobrecida y en decadencia.
El mercado ya no podía ofrecer una salida para la población de esa región ya que su estructura productiva no encajaba en la nueva economía globalizada. Las ayudas estatales y los servicios públicos desaparecieron por culpa de los recortes, pero no del todo. Como resultado de las políticas de discriminación positiva las minorías raciales tuvieron aún acceso a unos recursos que la clase trabajadora y parte de la clase media blanca empobrecida dejaron de percibir. El impulso de la lucha por los derechos de las mujeres consiguió que estas accedieran al mundo laboral, doblando el número de competidores en el mercado de trabajo. A lo que hay que añadir una mayor presencia de inmigrantes en zonas que generalmente habían sido blancas, así como el cierre de fábricas y negocios por la deslocalización industrial.
Si ni el Estado ni el mercado ofrecen los medios de reproducción vital, aparecen nuevos competidores para los pocos puestos de trabajo existentes, y los valores sociales y culturales de la época de bonanza se ven cuestionados por las élites culturales de zonas aún económicamente boyantes, el camino a la desunión queda pavimentado.
Aquellos cuyos puestos de trabajo pueden ser deslocalizados se encuentran dislocados. Su realidad es globalizada, pero no sacan ganancia de ello a pesar de estar en un espacio céntricoLa idea fundamental de toda esta explicación es que la globalización no sólo genera ganadores y perdedores en el tablero global, entre el centro y la periferia. Sino que dentro del centro, en los países desarrollados supuestamente ganadores, se genera un desdoblamiento entre una parte de la sociedad integrada en y otra dislocada ante la globalización.
Esta idea es muy importante para mi argumento, pues explica por qué dentro de zonas que debieran ser netamente ganadoras la globalización se comporta como un arma de doble filo, enriqueciendo y generando oportunidades para un segmento de la población y destruyendo las condiciones de vida para muchos otros. Ninguno de estos segmentos sociales está excluido de la globalización, todos forman parte de ella y sus vidas se insertan en la misma a través del trabajo, de su ausencia, y en todos los casos a través del consumo. Esta desigualdad en el disfrute o sufrimiento del proceso globalizador no se debe exclusivamente a que se resida en zonas ganadoras (centro) o perdedoras (periferia) dentro de un país, sino por el lugar que se ocupa o se ha dejado de ocupar en la estructura económica y productiva global.
Aquellos cuyos trabajos pueden insertarse con facilidad en el mercado global, o sus derechos laborales se mantienen con la protección de la época precedente, se encuentran integrados y su conflicto con la globalización es menor. Aquellos cuyos puestos de trabajo pueden ser deslocalizados, o aquellos trabajadores que acceden en una situación de vulnerabilidad al mercado laboral se encuentran dislocados, porque su realidad es globalizada, pero no sacan ganancia de ello a pesar de estar en un espacio céntrico, y por lo tanto, teóricamente ganador.
Y es entre los dislocados entre los que el mensaje populista ha triunfado, pero para entender las consecuencias de esto antes tenemos que pensar otros problemas.
“Road to disunion”
“Road to disunion” es una expresión acuñada por los historiadores para referirse a la situación que los Estados Unidos vivieron en la década anterior a la Guerra Civil Americana. Lo que subyace a esta frase es la idea de que hubo un momento en la historia de los Estados Unidos donde el país se fracturó en dos mitades, con sociedades y proyectos políticos distintos, irreconciliables y antagónicos, cuya incapacidad de llegar a un acuerdo acabó sumiendo al país en una guerra civil.
Por supuesto, este no es el escenario que se nos plantea en la actualidad, a pesar de las alarmas por la victoria de Trump. Aunque el fenómeno del “road to disunion” sí que se encuentra en marcha.
Al día siguiente de que Trump ganara las elecciones presidenciales numerosos estadounidenses de las costas y de las grandes ciudades acudieron a manifestarse en contra del presidente electo. Esta situación no era nueva. En el año 2009, tras la toma de posesión de Obama, hubo grandes manifestaciones en su contra, en contra de su nueva ley fiscal y un rumor sobre su lugar de nacimiento para intentar desacreditar su legitimidad como presidente. Era el nacimiento del Tea Party. Estas protestas (y las sucedidas tras la elección de Trump), que podrían entenderse como un atentado contra el procedimiento democrático, forman parte de una larga tradición norteamericana de desobediencia civil, que, respetando los cauces institucionales, los impugnan.
El sentimiento de divorcio con el sistema es muy profundo. Pero no sólo contra él, sino contra la parte de América que se ha erigido en contrincante, y que a ojos de cada una de las dos Américas “ha secuestrado” el American ‘Dream’En toda campaña presidencial hay siempre muestras de odio y decepción hacia el rival y su victoria, pero siempre se acata el resultado de las urnas, incluso cuando se demuestra que hubo fraude, como ocurrió en el año 2000. ¿Por qué en las últimas elecciones se han dado estos procesos de impugnación y desobediencia civil a ambos lados del espectro político? Porque el sentimiento de divorcio con el sistema es muy profundo. Pero no sólo contra él, sino contra la parte de América que se ha erigido en contrincante, y que a ojos de cada una de las dos Américas “ha secuestrado” el American Dream; ya sea porque excluye de él a los oprimidos, o porque aniquila sus valores tradicionales.
En realidad se trata de un proceso que viene gestándose desde muy atrás, desde los años sesenta, cuando las luchas por los derechos civiles y contra la guerra de Vietnam consiguieron visibilizar las tremendas injusticias que se escondían en la sociedad norteamericana y el dudoso papel que esta jugaba en el mundo.
En el punto siguiente explicaré qué es un sistema de partidos, por el momento sólo diré que la alianza electoral que sostenía al Partido Demócrata como el partido dominante en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, y tras esta, se resquebrajó cuando los demócratas aceptaron las demandas del movimiento por los derechos civiles y perdieron el Sur de los Estados Unidos; una región que dominaban desde los tiempos de la guerra civil en el siglo XIX. Así como iniciaría la progresiva pérdida de influencia entre los trabajadores de clase obrera blanca, que en Estados Unidos suelen ser católicos y conservadores en temas sociales.
La alianza electoral que sostenía al Partido Demócrata se resquebrajó cuando los demócratas aceptaron las demandas del movimiento por los derechos civiles y perdieron el Sur de los Estados UnidosDe esta manera se iría dibujando a través de las décadas siguientes un antagonismo de una América moderna, inclusiva, progresista, abierta al mundo y radicada en las costas, cuyo proyecto político es construir una sociedad moderna frente a una América tradicional, homogénea, religiosa y obsesionada con “los valores americanos” y el orden, cuya mayor fuerza radicaría en el Sur y el medio Oeste.
Así surgió la división contemporánea del reparto de voto que se conocería como sexto sistema de partidos. Pero esta divisoria era algo más que dos zonas distintas de votantes que constituirían la base para los dos grandes partidos. Con el tiempo cristalizó como dos Américas divididas sobre qué valores deben definir a los Estados Unidos. Dos Américas que no pueden verse, ni dialogar entre sí.
La victoria de Obama en el año 2008 fue la victoria moral y simbólica de una de esas dos Américas. El símbolo de que la lucha por los derechos civiles había conseguido romper el último techo de cristal con la conquista de la Casa Blanca por parte de un afroamericano. Donald Trump, por otra parte, es el Obama de la otra América, de la América conservadora que desea restaurar la paz social que ellos creen perdida por el relativismo y la mano blanda de los liberales de las costas. La América conservadora nunca llegó a aceptar a Obama como el legítimo presidente, y la América liberal-progresista no aceptará tampoco nunca a Trump. Y esto es así porque tanto Obama como Trump representan dos rupturas fundamentales con la tradición política norteamericana. Obama representa la ruptura racial con el hecho de que la presidencia recaiga sobre un varón de raza blanca, mientras que Trump representa la ruptura con la tradición republicano-liberal de respeto a las minorías y la prohibición de que la democracia devenga en tiranía de la mayoría.
Ahora bien, la elección de Trump supone algo más que la victoria de la América conservadora. Si observamos estas elecciones con distancia y dejando al individuo de lado, nos encontraremos que lo que ha operado ha sido la implosión de la América moderna y su proyecto de modernización, así como el colapso del sexto sistema de partidos.
El colapso del sexto sistema de partidos:
En la política norteamericana se llama sistema de partidos al conjunto de elementos recurrentes que, elección tras elección, se repiten haciendo que la contienda electoral se desenvuelva bajo unas reglas de juego específicas: qué partidos compiten y cuál es su programa. Quiénes son sus electores, sus preferencias y preocupaciones.
Resulta evidente que, aunque el Partido Demócrata y el Republicano compitan desde las elecciones de 1856, hoy en día no se tratan en esencia de los mismos partidos que había entonces. El Partido Republicano que llevó a Lincoln al poder no fue el mismo, con la misma ideología y votantes, que el que aupó a Reagan. De la misma manera que el Partido Demócrata que se erigió en defensor de la esclavitud en la antesala de la guerra civil no tiene la misma ideología y votantes que aquel que alzó al primer presidente afroamericano. A lo largo de siglo y medio el Partido Demócrata y el Republicano se han enfrentado defendiendo distintas visiones de la política y apoyados por un electorado distinto. Y cada vez que se ha dado un cambio sustancial en la relación del partido con sus votantes (porque recibió grupos nuevos, o perdió algún grupo de votantes tradicional), así como cada vez que el partido realizaba un cambio en el programa político profundo, decimos que el sistema de partidos ha cambiado, y que su coalición de votantes se ha transformado, porque el partido, aunque se llame igual, ya no representa lo mismo ni a los mismos votantes.
El colapso del Partido Republicano, como con mucha perspicacia supo ver William Saletan en Slate Magazine, se asemeja a un Estado fallido, y Trump es su señor de la guerraHe hablado también sobre la coalición de votantes. Como el lector imaginará, en cada elección ambos partidos tienen que movilizar con un solo mensaje a perfiles de votantes muy diversos. De distinta raza, género, clase social, ideología, rural o urbano, distinta religión, y así un largo etc. Todo eso en un país donde las identidades grupales pesan mucho en la decisión del voto. Pero los distintos grupos no votan al azar, sino que los partidos tienen la habilidad de generar un mensaje que unifica a varios grupos que se vean identificados simultáneamente con el mismo partido. A esto es a lo que se llama coalición de votantes. A un grupo heterogéneo de colectivos que son exitosamente articulados por un partido a través de una idea de sociedad compartida, aunque las reclamaciones concretas y las identidades difieran entre sí.
Esta misma idea es la que está detrás de la teoría moderna del populismo, cuando intelectuales como Ernesto Laclau o políticos como Íñigo Errejón hablan de “significante vacío”, una idea articuladora de demandas plurales de distintos colectivos que los unifica a pesar de sus diferencias en un mismo proyecto. En el fondo los populistas solamente han teorizado, a veces sin saberlo, sobre una realidad práctica de la política estadounidense. Esto además explica por qué la política norteamericana presenta simultáneamente un elevado grado de institucionalismo y de populismo.
Las coaliciones de votantes se rigen por una regla. El partido que consiga construir la coalición más variada, grande, ecléctica y fiel vencerá cuantas elecciones se le presenten. Así ocurrió durante el quinto sistema de partidos, cuando Franklin D. Roosevelt construyó la coalición del New Deal, que agrupaba a la mayoría de los trabajadores, hombres blancos conservadores del Sur y votantes católicos. Con esa coalición de votantes los demócratas gobernaron durante casi treinta años los Estados Unidos sin perder apenas ninguna elección presidencial contra los republicanos (con la excepción de Eisenhower), a la par que construyeron el consenso de postguerra y el American Way of Life sobre el que se asentaría el American Dream.
Ya hemos comentado antes que esa coalición se rompió cuando los demócratas perdieron el Sur por aceptar los derechos civiles y que el Partido Demócrata pasó de ser un partido de clase trabajadora blanca y católica a ser un partido que apuesta por unos Estados Unidos modernos e inclusivos. En la anterior sección presenté cuál ha sido la línea de fractura que ha dividido a demócratas y republicanos en el sexto sistema de partidos, en el que nos encontramos hasta estas elecciones.
Aquí hablo de su colapso, aunque no necesariamente de su desaparición o su sustitución por un séptimo sistema de partidos, aunque creo que existe una posibilidad de que esto pase, y, de ocurrir, sería el legado más duradero e influyente que Donald Trump podría crear.
La razón del colapso del sistema de partidos es que los dos grandes partidos han implosionado. Así como por encontrarnos ante una posible restructuración de las coaliciones de votantes demócrata y republicana. Analicemos primero el deterioro del Partido Republicano.
Puede resultar paradójico que hable de colapso del Partido Republicano cuando éste ha conseguido amasar un poder institucional en estas últimas elecciones con el que no contaba desde el año 1928. Pero el hecho de que un partido conserve un nombre no implica que siga siendo el mismo si el resto de condiciones ha cambiado.
Los neoconservadores, a pesar de que han quedado en nuestra memoria como la quintaesencia del político republicano, han sido una rareza en la historia del partido por su militarismo y excesivo interés en asuntos internacionalesDesde la dimisión de Nixon en 1974 y la retirada de Kissinger el Partido Republicano ha estado dominado por el mismo grupo de personas ininterrumpidamente hasta el final de la segunda Administración Bush en el año 2008. Me refiero a los neoconservadores o republicanos neocon. De entre los políticos neoconservadores las figuras más conocidas eran Dick Cheney, Donald Rumsfeld, George H. W. Bush, John Bolton y Paul Wolfowitz, por citar sólo a los más relevantes. Reagan tuvo algo de neoconservador, aunque era más neoliberal y coqueteó con el paleoconservadurismo. Y aunque tanto Gerald Ford como George W. Bush no eran neoconservadores, los neocon fueron los detentadores reales y efectivos del poder durante sus mandatos, por lo que sus presidencias sí lo fueron (esto es especialmente cierto en el caso de George W. Bush).
Los neoconservadores, a pesar de que han quedado en nuestra memoria como la quintaesencia del político republicano, han sido una rareza en la historia del partido por un motivo: su militarismo y excesivo interés en asuntos internacionales. Los viejos republicanos tendían a abrazar más la otra línea tradicional de la política exterior, el aislacionismo, pues les permitía concentrarse en la vigilancia de los valores tradicionales y el orden en el interior del país, pilares fundamentales de su credo político, mientras que los demócratas suelen ser internacionalistas más destacados, obsesionados por cortar el mundo bajo su particular visión idealizada de América. El hecho de que muchos neoconservadores fueran demócratas, o incluso trotskistas, antes de convertirse en republicanos explica por qué generacionalmente aunaron ambas tendencias.
Pero en lo concerniente a la crisis del Partido Republicano, es importante recordar que, cuando a partir de 2004 las cosas comenzaron a torcerse en Irak, la popularidad de la segunda Administración Bush cayó en picado provocando una oleada de dimisiones. John Ashcroft y John Bolton en 2005, Donald Rumsfeld en 2006, Paul Wolfowitz en 2007. Y aquellas figuras fuertes que no dimitieron durante el segundo mandato, como Karl Rove, Dick Cheney o Condoleezza Rice, abandonaron la política tras la presidencia. Tan sólo quedó George H. W. Bush, como neoconservador fuerte en el partido, y ya era demasiado mayor para poder controlarlo y evitar el hundimiento.
El escenario que se dibujó tras la desaparición de los neoconservadores fue el de un partido con liderazgos frágiles y encontrados. Por un lado surgió una sucesión de líderes institucionales débiles, con un perfil moderado y fuertemente ligados al establishment de Washington DC. Los candidatos a la presidencia John McCain y Mitt Romney, o el expresidente de la Cámara de Representantes John Boehner fueron los principales candidatos del aparato republicano para cerrar la crisis en la que entró el partido durante la Era Obama. Junto a estos candidatos, y muy frecuentemente frente a ellos, apareció una tropa de demagogos de extrema derecha aupados por el Tea Party que contestaron continuamente a los sucesivos débiles líderes del establishment, forzando a los moderados a tener que acompañarse de los elementos cercanos al Tea Party para no perder a su voto más radical y movilizado.
A pesar de su popularidad entre la derecha más movilizada estos políticos anti-establishment no consiguieron imponerse a los débiles líderes moderados, principalmente por tres motivos:
El primero fue que eran candidatos de minorías, y no de coaliciones de votantes. A estas alturas queda clara la importancia de saber conectar el discurso con grupos heterogéneos y masivos para triunfar en la política americana. Los políticos del Tea Party eran perfectamente capaces de convocar masivas manifestaciones, pero en el área institucional nunca consiguieron imponerse al aparato republicano porque sus seguidores ultramovilizados no eran suficientes para contrarrestar al resto de grupos que miraban con suspicacia a estos líderes populistas.
Trump es ahora presidente de la primera potencia mundial en decadencia, ¿exportará con su victoria también una nueva revolución conservadora?Por otra parte, el propio Tea Party estuvo siempre dividido entre dos almas complementarias a la hora de organizar la protesta y movilizar a las bases republicanas, pero con preocupaciones y programas políticos que si bien no eran incompatibles, no tenían demasiada relación entre sí más allá del enemigo común.
Anterior al Tea Party pero de gran importancia en su conformación como fenómeno de masas, la derecha cristiana evangélica de numerosas iglesias se presenta unificada a través de un mensaje ultraconservador sobre la supuesta pérdida de los valores cristianos por parte de América, y su mayor foco de protesta residió en las llamadas luchas culturales: la restricción del aborto, la prohibición del matrimonio homosexual, la defensa de la familia tradicional, y toda reivindicación que preservase el núcleo de lo que ellos identificaban como "valores americanos". Sus principales líderes fueron Sarah Palin, Michele Bachmann, Newt Gingrich, Rick Santorum, Ben Carson y Ted Cruz.
Fundamental en la conformación del Tea Party, el ala libertariana de inspiración anarcocapitalista despliega la reivindicación de un Estado mínimo en todos los aspectos de la vida (el minarquismo). Su bestia negra era la política fiscal de Obama y su núcleo de valores giraba alrededor de una defensa a ultranza del individuo y sus derechos: derecho a las armas, defensa extrema de la libre empresa y el libre mercado, defensa de los servicios privados de educación y salud, y en general toda reivindicación que apoyase una independencia del individuo con respecto al Estado. El santo apóstol de este grupo era el veterano congresista Ron Paul, en cuya campaña por la nominación republicana a la presidencia tuvo origen el Tea Party en el año 2008, aunque los libertarianos también encontraron otros paladines para su causa como Paul Ryan, Rand Paul o las ultraconservadoras Sarah Palin y Michele Bachmann, que aunque no son libertarianas estrictas sí han asumido buena parte de su credo antiestatista.
De hecho, la única figura que ha podido aunar ambas familias, además del presentador radiofónico Rush Limbaugh, fue Sarah Palin. Quizás la única política del Tea Party con capacidad presidenciable. Sin embargo, una mezcla de fuerte rechazo de la élite republicana tradicional, junto a su incuestionable enriquecimiento personal por su actividad mediática tras haber sido candidata a vicepresidenta por McCain en las presidenciales de 2008 la disuadieron de continuar su carrera política, prefiriendo adoptar el papel de "suma pontífice" de los radicales en las hondas.
Esta división interna del Tea Party fue otra de las razones que le impidieron cobrar fuerza para llevar a cabo su asalto a un Partido Republicano debilitado. Y aunque las dos familias encontraron en su lucha contra la reforma sanitaria de Obama, el Obamacare, una causa común, no consiguieron rentabilizar su alianza lo suficiente como para generar un líder competitivo, y esto se debe en parte a la otra debilidad de los políticos del Tea Party, que fue lo que yo llamo "la paradoja de los cruzados morales".
Sin importar a qué ala del Tea Party perteneciera, todo político republicano radical compartía un elemento discursivo común: su rechazo a lo que ellos identificaban como una élite política de Washington, corrupta y despilfarradora, los políticos de Washington, el establishment de ambos partidos. En contraste ellos se presentaban como políticos redentores cuyo principal mandato era limpiar la capital de corrupción y hacer que la voz y el cabreo de sus electores se oyera fuerte. Dichos políticos, si conseguían convencer a los electores de su circunscripción con este discurso, llegaban a una ciudad donde efectivamente es común el intercambio de favores entre políticos, así como entre los políticos y los representantes de los lobbies. Pues sin el apoyo de los compañeros y la financiación de los lobbies ningún político puede hacerse oír en el Congreso o en los medios de comunicación. De igual manera les es imposible sacar adelante la legislación necesaria para contentar a sus electores. Por lo que al final siempre acababa ocurriendo la paradoja de que si los representantes de protesta se mantenían puros en su rechazo a las reglas de juego, caían en la irrelevancia, pues en un sistema donde la corrupción es estructural ni se les escuchaba, ni podían presentar resultados concretos y palpables a sus electores. Pero si se "ensuciaban" pactando con otros políticos más poderosos o con los lobbies, entonces eran tachados de traidores por sus electores y veían retirada su confianza en la renovación del mandato. De esta manera, el discurso de cruzada moral y política encerró a los políticos del Tea Party en una paradoja irresoluble que fue acabando con la carrera política de muchos de ellos.
Y de esta manera se acabó consumando el colapso del Partido Republicano. Desaparecida la generación neoconservadora que lo había gobernado por tres décadas, con unos líderes moderados débiles y desacreditados, y unos candidatos radicales divididos, incapaces de generar coaliciones de votantes y de lidiar con sus contradicciones, el partido navegó durante una década a la deriva, descartado como partido de gobierno y transformado en partido de protesta. Ganador de todas las elecciones legislativas y perdedor de todas las presidenciales, fue incapaz de traducir su resistencia en el poder legislativo en poder político real.
Esta situación allanó el camino a que un liderazgo fuerte y ajeno al partido pudiera conquistar la organización superando las resistencias y lógicas inmunitarias del poder orgánico. Esta es también una de las razones que explican por qué Trump fue capaz de conquistar el Partido Republicano mientras que Bernie Sanders acabó siendo derrotado por la maquinaria institucional del Partido Demócrata, a pesar de tratarse de un líder de masas mucho más capacitado que Hillary Clinton. El Partido Demócrata, aunque iba a sufrir una crisis de legitimidad y posterior colapso de igual naturaleza que el Partido Republicano, aún conservaba en funcionamiento a su élite partidista, y, con ello, los mecanismos inmunitarios para poder manipular el procedimiento democrático a favor de su candidata. Pero el colapso del Partido Demócrata requiere de un análisis pormenorizado que realizaré cuando analice la figura de Clinton y las razones de su derrota.
El colapso del Partido Republicano, como con mucha perspicacia supo ver William Saletan en Slate Magazine, se asemeja a un Estado fallido, y Trump es su señor de la guerra. Los Estados fallidos son aquellos en donde la autoridad central y legítima es incapaz de asegurar la integridad y bienestar de sus ciudadanos, así como el cumplimiento de la ley y de las prerrogativas gubernamentales. Un Estado que no puede comportarse como tal, y que por tanto ve aparecer en su seno una multitud de poderes menores oportunistas que arrebatan trozos de poder al Estado, gobernándolos como sus reinos de taifas. Lo habitual en estas situaciones es que el Estado desaparezca dando lugar a nuevas realidades políticas (como ocurrió en los Balcanes), que el poder central acabe por retomar el control con el tiempo (caso de Colombia), o que uno de los sujetos oportunistas acabe avasallando a los demás y tome el poder central para sí (como hizo Putin en Rusia). Este es el caso también de Trump con el Partido Republicano (quizás por eso él y Putin se entienden tan bien) y lo habitual cuando un señor de la guerra toma un Estado es que repueble el gobierno con sus vasallos leales y adeptos.
Richard B. Spencer, el brillante y peligroso líder intelectual de la facción Radix de la Alt Right, la nueva extrema derecha americana, comparó a Trump con la figura de Napoleón. Napoleón tomó oportunistamente el poder cuando los elementos en conflicto de la Revolución Francesa se destruyeron entre sí, corporeizando en su figura una visión autoritaria de la revolución. Trump se alza de las cenizas del Partido Republicano para corporeizar una visión más autoritaria del American Way & Dream cuando este parece herido de muerte. Napoleón con sus conquistas exportó el modelo de la Revolución Francesa por toda Europa. Donald J. Trump es ahora presidente de la primera potencia mundial en decadencia, ¿exportará con su victoria también una nueva revolución conservadora?
Marcos Reguera. Investigador en la Universidad del País Vasco.
Autor: Marcos Reguera
Trump ordena construir el muro con México y castiga a las ciudades que protegen a los inmigrantes
El presidente de EEUU firma la orden para iniciar las obras de la valla, que comenzarán "en meses", y asegura que el país vecino asumirá los costes "al cien por cien".
AGENCIAS - PÚBLICO - Publicado: 25.01.2017 20:24
MADRID.- Tal y como prometió, Donald Trump ha sacado el látigo contra la inmigración. El magnate ha firmado este miércoles la orden ejecutiva para iniciar la construcción del muro con México. De
esta forma, el recién nombrado presidente de Estados Unidos aprueba
comenzar a destinar los fondos federales necesarios para levantar el
polémico proyecto. El republicano, cuya mano dura contra los inmigrantes
le valió el favor del electorado estadounidense, no se ha quedado ahí y
ha ordenado además suprimir la financiación a las llamadas "ciudades
santuario" que protegían de la deportación a las personas indocumentadas
detenidas.
"Hemos estado hablando de esto desde el
principio", aseguró al firmar el documento junto al recién confirmado
secretario de Seguridad Nacional, el general retirado John Kelly. "A partir de hoy, EEUU va a recuperar sus fronteras",
se congratuló el mandatario, que defendió que la relación con México
"va a ser mucho mejor". Anteriormente, había anunciado que su objetivo
es que las obras del muro se inicien en cuestión de "meses" y que su
planificación ocurrirá "de inmediato". "Tan pronto como podamos, tan pronto como podamos hacerlo físicamente", afirmó al ser preguntado al respecto en su primera entrevista como presidente en la cadena ABC.
El mandatario anunció que el Gobierno
federal adelantará el dinero para iniciar la construcción, pero insistió
que el país vecino reembolsará "al cien por cien" los costes de la
obra, cuyos detalles sigue sin aclarar. "Todo se nos reembolsará en una
fecha posterior con cualquier transacción que hagamos con México. Sólo
le digo que habrá un pago, que sucederá de alguna forma, quizás una
forma complicada, lo que estoy haciendo es bueno para Estados Unidos, también va a ser bueno para México. Un México muy estable y muy sólido", dijo.
Preguntado por la negativa del presidente
mexicano, Enrique Peña Nieto, a pagar la factura del muro, Trump
respondió que no puede decir otra cosa. "Él tiene que decir eso, tiene que decir eso",
justificó el magnate neoyorquino. Tras firmar la orden ejecutiva, sólo
falta que el Congreso estadounidense apruebe el presupuesto.
Trump anunció en la noche del martes en
Twitter que este miércoles tomaría diferentes medidas relativas a la
"seguridad nacional", incluida la construcción del muro. "Mañana (por el
miércoles) será un gran día para la seguridad nacional. Entre muchas
otras cosas, ¡construiremos el muro!", adelantó el magnate a través de
su cuenta en la red social, una vez los medios locales habían desvelado
ya sus planes.
Entre esas medidas está otra orden ejecutiva firmada también este miércoles con la que el mandatario suprimirá fondos a las ciudades que trataban de librar de la deportación a los inmigrantes detenidos.
Era el caso de Chicago, Nueva York o Los Ángeles, que se negaban
a proporcionar a las autoridades federales información sobre el estatus
migratorio de las personas que detienen. A partir de ahora serán
castigadas por ello.
Poco antes, en su rueda de prensa diaria,
el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, adelantó que dentro del plan
para reforzar la frontera con México se aumentará el número de agentes y crearán nuevos centros de detención
para los inmigrantes arrestados en la frontera. Durante la campaña
electoral, Trump ya prometió que actuaría contra estas urbes, llamadas
"ciudades santuario", cifradas en unas 300 en Estados Unidos.
En horas, Trump anula el ATP, ataca el TLCAN y amaga con impuesto fronterizo
|
martes, 24 ene 2017
07:39 - La JornadaDespués de que entre 3 y 4.5 millones participaron en las Marchas de
Mujeres en decenas de ciudades de este país en repudio al nuevo
mandatario, 24 horas después de su toma de posesión (incluyendo una
concurrencia tres veces mas grande, según expertos, que la de su toma de
posesión en Washington), Trump descartó la importancia de estas
expresiones y emitió una serie de órdenes ejecutivas relacionadas con
algunos de los temas principales de su campaña, entre ellas contra los
derechos reproductivos de las mujeres.
Trump firmó una orden ejecutiva en que Estados Unidos se retira del Acuerdo Transpacífico (ATP), declarando al firmar que
Trump firmó una orden ejecutiva en que Estados Unidos se retira del Acuerdo Transpacífico (ATP), declarando al firmar que
es una gran cosa para el trabajador estadunidense lo que acabamos de hacer. La decisión no sólo cumple con una promesa central de campaña y enviar un mensaje a países de la cuenca del Pacífico de que eso, después de casi siete años de negociación, se acabó, sino fue –por lo menos simbólicamente– un golpe al consenso de la cúpula política y económica de Estados Unidos que ha guiado la política económica internacional durante más de tres décadas, basada en la promoción del llamado libre comercio.
El gran reto de la política exterior
David Brooks - Corresponsal - Periódico La Jornada
Martes 24 de enero de 2017, p. 4
Martes 24 de enero de 2017, p. 4
Nueva York.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, inició su primera
semana en la Casa Blanca cumpliendo con sus promesas de anular acuerdos
de libre comercio, retirar apoyo a los que ofrecen servicios de salud a
mujeres, reducir la burocracia federal reiterar su amenaza de un impuesto fronterizocontra empresas que trasladen empleos al extranjero. A la vez, prosiguen investigaciones oficiales sobre las relaciones de su equipo con rusos y se presentaron demandas legales en su contra que –esperan algunos– podrían llevar a su destitución.
Después de que entre 3 y 4.5 millones participaron en las Marchas de Mujeres en decenas de ciudades de este país en repudio al nuevo mandatario, 24 horas después de su toma de posesión (incluyendo una concurrencia tres veces mas grande, según expertos, que la de su toma de posesión en Washington), Trump descartó la importancia de estas expresiones y emitió una serie de órdenes ejecutivas relacionadas con algunos de los temas principales de su campaña, entre ellas contra los derechos reproductivos de las mujeres.
Trump firmó una orden ejecutiva en que Estados Unidos se retira del Acuerdo Transpacífico (ATP), declarando al firmar que
es una gran cosa para el trabajador estadunidense lo que acabamos de hacer. La decisión no sólo cumple con una promesa central de campaña y enviar un mensaje a países de la cuenca del Pacífico de que eso, después de casi siete años de negociación, se acabó, sino fue –por lo menos simbólicamente– un golpe al consenso de la cúpula política y económica de Estados Unidos que ha guiado la política económica internacional durante más de tres décadas, basada en la promoción del llamado libre comercio.
La orden también anuló una pieza clave del legado de su antecesor Barack Obama, quien invirtió enorme capital político en promover el ATP en coordinación con la cúpula republicana del Congreso (y en contra de tal vez la mayoría de los legisladores demócratas, los sindicatos, ambientalistas, pequeños granjeros, defensores de consumidores y otros que se oponían).
Pero en torno a migración, otro gran tema de la campaña, sobre el cual se esperaba acción ejecutiva inmediata, hoy el gobierno de Trump pareció echarse para atrás, sobre todo en torno al delicado asunto de qué hacer con los llamados Dreamers, los jóvenes indocumentados que llegaron como niños con sus padres al país. Trump había prometido, repetidamente, anular todas las órdenes ejecutivas de Obama sobre migración en su primer día de gobierno, incluyendo el programa conocido como DACA, bajo el cual aproximadamente 700 mil dreamers están protegidos, por ahora, de la deportación y se les permite estudiar o trabajar temporalmente.
Hoy, mientras defensores de derechos de los inmigrantes esperaban en suspenso una declaración u orden, Trump no abordó el tema. Más aún, en la primera conferencia de la Casa Blanca, el secretario de prensa, Sean Spicer, preguntado repetidamente sobre el tema, indicó que
la prioridadsería la deportación de indocumentado con antecedentes penales. Esto nutre lo que Trump había dicho recientemente de que
vamos a desarrollar algopara los beneficiados del DACA. El domingo, el nuevo jefe de gabinete, Reince Priebus, comentó que estarán trabajando con el Congreso para encontrar
una solución de largo plazo a ese tema. Todo esto implica que, por ahora, se continuará con la misma política migratoria de Obama.
El Departamento de Seguridad Interior continúa aceptando y procesando solicitudes para el programa DACA a falta de una orden de Trump, reportó CQ Roll Call.
En un día de actividad incesante en la Casa Blanca, Trump firmó otras dos órdenes ejecutivas, además de la del ATP: una congelando contratación de personal de toda la burocracia federal, con la excepción del sector militar, y la anulación de asistencia extranjera estadunidense a cualquier grupo u organización que ofrezca abortos o informe sobre ellos en el mundo.
El presidente tampoco emitió una orden sobre el Tratado de
Libre Comercio de América del Norte un día después de que se anunciaron
reuniones con sus contrapartes de México y Canadá en los próximos días.
Sobre el tema, Spicer sólo reiteró que había hablado con los mandatarios
de los países socios sobre la renegociación dentro del esquema del
acuerdo, pero que si eso no procedía, entonces habría cambios impulsados
fuera de ese marco.
Trump sostuvo un par de reuniones, la primera con líderes empresariales, en la que reiteró su advertencia de que impondrá un
A la vez, Trump dijo que las empresas que mantengan sus operaciones en Estados Unidos serían beneficiadas por su intención de reducir regulaciones de todo tipo y la disminución de impuestos empresariales, y
Poco después, el presidente se reunió con líderes sindicales, en su mayoría del sector de la construcción, quienes serán beneficiados con los proyectos de infraestructura que ha prometido.
Mientras tanto, continuaron los procesos de ratificación de su gabinete; representante federal Mike Pompeo, fue aprobado como director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y todo indica que Rex Tillerson, ex ejecutivo en jefe de ExxonMobil, será aprobado como secretario de Estado.
Pero, a la vez, se reportó que continúan las investigaciones oficiales sobre otros integrantes de su nuevo gobierno, incluyendo a su muy influyente asesor de Seguridad Nacional, el general retirado Michael Flynn, por sus relaciones y comunicación con el gobierno ruso, entre otras indagaciones, según el Wall Street Journal y CBS News.
). Estas son las primeras iniciativas de varias de este tipo que serán impulsadas en las próximas semanas.
A la vez, la desaparición de la página en español del sitio digital de la Casa Blanca inmediatamente después de la toma de posesión fue interpretada como un mensaje ominoso del nuevo régimen y ampliamente comentada por medios y agrupaciones latinas, pero hoy Spicer aclaró que es solo temporal. Vale recordar que durante la campaña Trump repitió que
Finalmente, los medios seguramente quedaron más tranquilos hoy cuando el vocero Spicer en su primera conferencia de prensa diaria aseguró a los que cubren la fuente:
Trump sostuvo un par de reuniones, la primera con líderes empresariales, en la que reiteró su advertencia de que impondrá un
impuesto fronterizo sustanciala cualquier empresa que traslade la manufactura y empleo de este país a otros. Vale subrayar que el Ejecutivo no tiene el poder de crear impuestos, sería algo que tendría que ser promovido por acción del Legislativo, y aunque el partido de Trump goza de la mayoría en ambas cámaras, no hay consenso sobre este tipo de medidas entre los republicanos.
A la vez, Trump dijo que las empresas que mantengan sus operaciones en Estados Unidos serían beneficiadas por su intención de reducir regulaciones de todo tipo y la disminución de impuestos empresariales, y
todo lo que tienen que hacer es quedarse.
Poco después, el presidente se reunió con líderes sindicales, en su mayoría del sector de la construcción, quienes serán beneficiados con los proyectos de infraestructura que ha prometido.
Mientras tanto, continuaron los procesos de ratificación de su gabinete; representante federal Mike Pompeo, fue aprobado como director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y todo indica que Rex Tillerson, ex ejecutivo en jefe de ExxonMobil, será aprobado como secretario de Estado.
Pero, a la vez, se reportó que continúan las investigaciones oficiales sobre otros integrantes de su nuevo gobierno, incluyendo a su muy influyente asesor de Seguridad Nacional, el general retirado Michael Flynn, por sus relaciones y comunicación con el gobierno ruso, entre otras indagaciones, según el Wall Street Journal y CBS News.
Demandan al presidente
Por otro lado, una agrupación de abogados y expertos
presentó una demanda legal acusando que Trump viola una cláusula
constitucional que prohíbe que un presidente o cualquier funcionario
acepte pagos de gobiernos extranjeros. La demanda, interpuesta por
Ciudadanos por la Responsabilidad y la Ética (que incluye abogados
prominentes como Laurence Tribe, de Harvard, y otros que anteriormente
trabajaron en la Casa Blanca bajo ambos partidos), afirma que los
negocios de Trump están recibiendo pagos de potencias extranjeras cuando
diplomáticos usan sus hoteles o con representaciones de otros gobiernos
rentan oficinas en sus edificios.
Otra iniciativa para buscar el impeachment por esta misma violación fue lanzada desde el viernes (www.impeachdonaldtrumpnow.orgA la vez, la desaparición de la página en español del sitio digital de la Casa Blanca inmediatamente después de la toma de posesión fue interpretada como un mensaje ominoso del nuevo régimen y ampliamente comentada por medios y agrupaciones latinas, pero hoy Spicer aclaró que es solo temporal. Vale recordar que durante la campaña Trump repitió que
este es un país donde hablamos inglés, no español, y que su sitio de campaña y su propaganda nunca tuvieron versión en español y tampoco compró publicidad en ningún medio en español.
Finalmente, los medios seguramente quedaron más tranquilos hoy cuando el vocero Spicer en su primera conferencia de prensa diaria aseguró a los que cubren la fuente:
nuestra intención es nunca mentirles.
Trump firmó la salida de EEUU del Acuerdo Transpacífico
El novel presidente de Estados Unidos también decretó la renegociación del NAFTA.
Con el decreto firmado este lunes, Trump puso en marcha el proceso para que Estados Unidos salga del TPP, acuerdo estratégico que compartía con Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, México, Perú y Chile. EEUU había firmado el acuerdo el pasado 4 de febrero de 2016.
Según informó El Economista, en el equipo negociador que abordará las modificaciones al NAFTA y la salida del TPP estará el futuro secretario de Comercio y director del recién creado Consejo de Comercio de la Casa Blanco, Wilbur Ross, el representante de Comercio de EEUU, Robert Lighthizer, y uno de los economistas más críticos con China, Peter Navarro.
Las medidas de Trump están alineadas con el discurso proteccionista que mantuvo durante la campaña electoral, en la cual ya había planteado una plataforma antiglobalización para su mandato y había hecho un fuerte hincapié en fomentar el trabajo estadounidense.