viernes, 22 de octubre de 2010

INFORMACIONES HONDURAS ( nr 573 ) 22 octubre 2010

 Testimonios de los detenidos por la represión

 De Dick & Mirian Emanuelsson

LOS TESTIMONIOS DE LOS DETENIDOS DE LA REPRESIÓN from Dick & Mirian Emanuelsson on Vimeo.

Golpismo crea show mediático que finge cuestionar a Lobo, en manifestación de Camisetas Blancas
Jueves 21 de Octubre de 2010


Camisetas Blancas hechan en cara a Lobo que lo pusieronen en el Ejecutivo. Vuelven a sacar su discurso contra Chávez y el comunismo.

Red Morazánica de Información

Tegucigalpa. 21 Octubre 2010. La Unión Cívica Democrática (UCD), cogestora del golpe de Estado en Honduras, desarrolló, la mañana del miércoles, una manifestación en la Plaza de la Resistencia (antes, La Merced), frente al edificio legislativo, de la que habrían participado un poco menos del centenar de personas.

Uno de los oradores, el secretario del Registro Nacional de las Personas (RNP), Fernando Anduray, advirtió al titular del régimen, Porfirio Lobo que “somos sus amigos, somos los Camisetas Blancas que lo pusimos en el poder”; pero que así como hicieron una “sucesión constitucional” podrían volver a hacerlo.

Hasta hace poco, Anduray cuestionaba al presidente del Legislativo, Juan Orlando Hernández y al alcalde capitalino, Ricardo Álvarez, por dedicarse ambos a pelearse liderazgo en vez de “ayudar a Lobo Sosa a resolver los problemas que enfrenta”, luego se peleó con Lobo porque destituyó a la esposa Abely Lozano, como directora del Pani .

La ex vice-canciller de facto, Martha Lorena Casco, activa participante en el golpe de Estado, le recordó al presidente de la Cámara Legislativa, Juan Orlando Hernández, que ella y él votaron por una “sucesión presidencial” porque no querían una constituyente y que éste fue electo al Congreso para defender la Constitución.

“No permitiremos la Constituyente [que promueve el Congreso] que es para complacer a la comunidad Internacional", amenazó Cascó.

“Sabemos cuáles son sus intenciones, la de ellos es la Constituyente, la de nosotros es la libertad y la democracia”, repetía la conductora del acto, y aseguraba que “la lucha es la misma del año pasado”. Es decir, promover un golpe de Estado, que, en este caso, no podría ocurrir porque el régimen de Lobo ya es continuador de un Golpe.

El diputado nacionalista, Antonio Rivera Callejas, se ufanó: “somos golpistas, porque le dimos un golpe duro al Socialismo del Siglo XXI; somos golpistas, porque no dejamos entrar a Chávez [Hugo]”.

Rivera Callejas, amenazó con que, así como votó a favor de una “sucesión presidencial en el Congreso”, lo haría de nuevo.

Cuestionó que “no hay que gastar más de 500 millones en una constituyente porque [ésta] es para favorecer sólo a los ex presidentes”.

La bancada nacionalista de Porfirio Lobo apoyó el golpe de Estado y éste nunca actuó para impedirlo, ni se manifestó opuesto. En su régimen las violaciones a los derechos humanos incrementan y se vuelven selectivas y sistemáticas.

En un afán de confundir y ganar voluntad popular Lobo dice ser amenazado por el mismo golpismo que, hoy, confiesa y le reclama, publicamente, que fueron ellos quienes lo pusieron en el poder.

Hubo un conato de liarse a golpes entre el nacionalista, Fernando Anduray, y el diputado del partido Unificación Democrática (UD), vicepresidente de la Cámara Legislativa, Marvin Ponce, que se había sumado al grupo de Resistencia del Centro, el que trabaja, desde hace un año, en la Plaza de la Resistencia (antes, La Merced), haciendo varias acciones sociales comunitarias.

Además participaron como oradores, Jorge Yescas, JimmyDacaret, María Martha Díaz, entre otros.

Los grandes ausentes:

Esta vez no estuvieron en la manifestación, Romeo Vásquez Velásquez, Armida de López Contreras, Miguel Ángel Villela Meza, detenido por narcotráfico en Colombia, Roberto Micheletti, Elvin Santos y familia; Federico Álvarez, Juan Ramon Martínez, Marcia Villeda, Luz Ernestina Mejía, Vera Sofia Rubí, Evelio Reyes, Oswaldo Canales, Jorge Bueso Arias, Ricardo Maduro, Rafael Callejas, Mario Bustillo, Enrique Ortez Colindres e Hijo, Juán Ferrera, y más.



Camisetas Blancas falsean haber superado supuesta manifestación de Resistencia, que inventaron fue convocada durante dos días
Jueves 21 de Octubre de 2010


Red Morazánica de Información
Tegucigalpa. 20 Octubre 2010. La ex vice-canciller de facto, Martha Lorena Casco, integrante de la Unión Cívica Democrática  (UCD), cogestora del golpe de Estado en Honduras, aseguró, ante las cámaras de televisión, que el tamaño de su manifestación superó a la de la Resistencia que, según ella, se realizó también, este miércoles, en forma simultánea frente al edificio legislativo.
Casco, falseó que la cantidad de integrantes de las Camisetas Blancas, un poco más de un centenar,  en un plantón en los bajos del Congreso Nacional,  superó una manifestación de la Resistencia que aseveró  fue hecha, en ese mismo lugar, y que aunque estuvo siendo convocada, durante dos días, por la dirigencia del Frente a través de Radio Globo, sólo asistieron 10 personas.
La manifestación del Frente de Resistencia,  que Casco inventó que fue desarrollada este martes a la misma hora y en el mismo lugar de la efectuada por la UCD, según alegó; en realidad se trata de un grupo de trabajo de la resistencia  del Centro de Tegucigalpa, que  permanece, ya cerca de un año, en la Plaza de la Resistencia  (antes, La Merced) haciendo diversas actividades de apoyo social, político, comunitario.
Los oradores de la UCD insistieron en un precario discurso de invitar a “todos los hondureños por una causa común para defender la democracia y contra una constituyente”.  El grupo de Resistencia del Centro gritó sus consignas  y mostró sus pañuelos rojos en la expresión pacifica  habitual  en La Resistencia.


Estados Unidos rechaza que situación de derechos humanos sea condición para reingreso de Honduras a OEA
Jueves 21 de Octubre de 2010
Red Morazánica de Información


Departamento de Estado prepara readmisión de Honduras. Refuta que Lobo sea responsable de las violaciones a derechos humanos en el régimen de Micheletti.



Tegucigalpa. 21 Octubre 2010. El vocero del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Philip J. Crowley, "discrepó" de los 30 congresistas estadounidenses que pidieron, en una carta dirigida a Hillary Clinton, que le suspenda asistencia a Honduras, en particular la ayuda militar y policial, "mientras asesinatos de activistas políticos, periodistas y otros ataques continúan con casi impunidad".

Consultado, sobre su comentario a la carta enviada por los congresistas, Crowley respondió, en rueda de prensa diaria, divulgada por el departamento de Estado, que recibió el documento y “continuará sus consultas con el Congreso y también dentro de la Organización de Estados Americanos (OEA)”.

Negó que Estados Unidos, pudiera suspender alguna ayuda a Honduras.

“Hemos restaurado la asistencia a Honduras a la luz de la elección del gobierno de Lobo. … nuestra ayuda es en realidad, directamente relacionada con la mejora de su capacidad para satisfacer las necesidades de su pueblo y también mejorar su historial de derechos humanos, al mismo tiempo”, afirmó.

Crowley reconoció que “Los derechos humanos es un elemento fundamental de nuestro diálogo con el Gobierno de Honduras”, y que ha habido “incidentes donde activistas han sido asesinados, intimidados, encarcelados, que se remonta tanto al gobierno anterior como recientemente”, como denunciaron los congresistas que pidieron también investigar esos hechos.

Agregó que espera que la administración de Lobo “investigue estos plenamente y procese a los responsables. El progreso en el ámbito de los derechos humanos es fundamental para el futuro de Honduras, y éste fue uno de los elementos centrales de los Acuerdos de San José Tegucigalpa. El gobierno de Lobo ha hecho algunos progresos; se necesita hacer más”.

Sin embargo, contrapuso, “creo que no estamos de acuerdo con nuestros colegas del Congreso en que el progreso de los derechos humanos, sea una condición previa para el retorno de Honduras a la OEA”.

Continuó explicando, “Creemos que van de la mano, - mejorar el comportamiento democrático del gobierno es de vital importancia, pero reintegrar Honduras en la comunidad de naciones democráticas en este hemisferio es también importante”.

El portavoz del departamento de Estado, amplió que, “de hecho, la elección del gobierno de Lobo fue, en sí misma, un paso importante para Honduras”.

Dijo que “rechaza” la sugerencia en la carta de los congresistas que “de alguna manera el nuevo gobierno sea responsable de las acciones del gobierno anterior", y que Estados Unidos está “comprometido a ayudar al avance de Honduras”.

De igual modo, “Estamos comprometidos a ayudar a reintegrar a Honduras en la OEA”, respondió a la petición de los congresistas de “no apoyar el reingreso inmediato de Honduras” a esa organización regional.

Reafirmó que “Estados Unidos quiere que Honduras se reincorpore a la OEA”, además, que “trabaja activamente con otros países para ver como se llevará a cabo [el reingreso]”, y continúa discutiendo con los países de la región sobre “la mejor manera de hacerlo”.

Explicó que continuarán conversando con Honduras “con mucho respeto, pero de manera muy directa, a fin de mejorar su desempeño en derechos humanos”.

La OEA presentará en noviembre un informe sobre la situación en Honduras, que deberá servir de base para que los países miembros decidan, en Asamblea General, si se han cumplido o no los condiciones para su readmisión al organismo, informó el secretario general, José Miguel Insulza, la semana anterior.

Crowley respondió sobre el caso de Honduras expuesto por los congresistas en la carta durante la rueda de prensa diaria del Departamento de Estado, al mismo tiempo que atendió temas relacionados a Haití, Afganistán, Pakistán, Oriente Medio, Indonesia y Corea del Norte.

Las violaciones a los derechos humanos han sido catalogadas por el régimen de Lobo como hechos relacionados al narcotráfico y al crimen organizado, explican los congresistas, según la carta.

El subsecretario de Estado para Narcotráfico Internacional, David Johnson, y el embajador estadounidense Hugo Llorens estarían realizando este miércoles una reunión con el titular del régimen, Porfirio Lobo, en Tegucigalpa.


¡Mandelo a matar! y el ejercicio moral del periodismo

voselsoberano.com | Jueves 21 de Octubre de 2010



Gustavo Zelaya



Bien sabemos quién expresó ese criminal “consejo” y a quién se lo dijeron. Sonaba casi como una orden y el deseo perverso y delictivo de un periodista hacia otro colega. Tal vez sea un caso extremo pero normalmente se nota que en ese gremio existe la práctica de desacreditar al otro sin tomar en cuenta el contexto. Me explico. Si yo pregunto a un periodista qué piensa de ese evento entre los comunicadores Luís Galdámez y Oscar Calona, es muy seguro que se escucharán opiniones contra alguno de ellos, sobre todo hablarán de su vida privada y dirán que son ladrones, vendidos, topes, parranderos, drogadictos, violadores, corruptos, y que, por tanto, sus posiciones no tienen que ser consideradas como importantes ni son dignas de tomarse en cuenta, etc., pero no vamos a escuchar algo que tenga que ver con el contenido de un trabajo responsable ni con el hecho de irrespetar la vida humana. Desacreditan a la persona cuestionando aspectos personales públicos o privados, pero no tocan el fondo del problema, no se van a referir en ningún momento a la responsabilidad del comunicador, a qué significa ser veraz ni a temas de justicia, ni siquiera a lo más evidente: al rol desempeñado por el capitalista Adolfo Facussé y la clase social que representa en la dependencia histórica de Honduras y cómo debe ser el desempeño del periodista frente a la violenta realidad del golpe de Estado organizado y dirigido por la oligarquía.



Es probable que el caso Galdámez-Calona no sea algo aislado de la práctica habitual entre los periodistas y que sea la tendencia más visible de las relaciones que ellos establecen: sembradas de desconfianza, llenos de acomodos frente al poder, dispuestos a aceptar regalos, poniéndose trampas, ofreciéndose alegremente a quien pueda pagar sus servicios, irrespetuosos de las fuentes, muy aficionados al grito para imponer criterios, acercándose a empresarios para pautar publicidad y apaciguar a la Resistencia desde supuestos medios alternativos, alejados de la investigación y, principalmente, incultos y adversarios de la buena lectura. En ese grupo profesional existen también notables y muy honrosas excepciones, que ojala fueran mayoría, pero que son relegados de las salas de redacción y de las producciones importantes en el periodismo escrito y televisivo. Entiéndase que aquí trabajan hombres y mujeres revestidos de integridad en algunos casos, moviéndose en un ambiente complicado, lleno de peligros, seducidos por el capital, rodeados de tentaciones y que tratan de llevar su vida de la mejor forma posible. Otros, no sólo sucumben frente al halago desmedido y al dinero fácil sino que son conscientes de lo que hacen y están en la mejor disposición de efectuar transacciones con su trabajo y venderse al mejor postor.



Entonces ¿qué ha provocado tal situación? ¿Cuál ha sido el modo en que han sido formados? ¿De qué ha servido la formación universitaria? ¿Tendrán códigos de ética los departamentos de prensa? Tal vez tendrían que revisarse planes de estudio y los contenidos de las asignaturas; averiguar qué tipo de formadores discuten los temas en las aulas y otros aspectos formales como las instalaciones y la tecnología disponible; pero no podría dejarse de lado la circunstancia, muy compleja, que los centros de estudio públicos y privados son parte de un sistema mayor producto del capitalismo desarrollado en nuestro país. Esto es muy importante. El sistema educativo forma personas que deberán prepararse para competir contra otros en un mercado laboral, en donde todo tiene precio y es objeto de compra-venta. Los graduados son vistos como productos que reciben insumos en el aula y son componentes de una cadena de producción que genera los recursos humanos de la nación, en donde lo fundamental es obtener éxito material, sin importar a costa de qué se obtenga el supuesto prestigio profesional. Ese el lenguaje que utilizan los pedagogos y educadores cuando se refieren a contenidos, ayudas, temas y personas, hablan de insumos, recursos, productos y mercado de trabajo, trasladando mecánicamente la terminología de la fábrica a las condiciones de los centros de enseñanza. De ese modo es que la educación se ha convertido en un gran mecanismo al servicio del sistema económico y los que participan en ese subsistema son tratados como cosas que pueden ser intercambiadas por otras gracias a la oferta y la demanda y con los criterios mercantiles de costos y beneficios. Esto no hay que perderlo de vista en cualquier investigación que se haga acerca del comportamiento y las relaciones entre los miembros del gremio de los comunicadores.



Además, hay otra faceta de mucho significado en este asunto y que, de hecho, es considerado como algo marginal y casi un estorboso adorno en los programas educativos, aunque por razones de imagen pública muchos dicen que es un elemento fundamental en el ejercicio del periodismo. Los hechos muestran que la formación ética y el tema de las normas morales han sido estimados como una traba en el currículo y que puede ser enseñado por cualquiera que tenga buenas intenciones sobre el tema. No se le aborda como el eje fundamental en la forja del profesional ni es tratado con la seriedad científica con que se habla de la física o de la biología. Hay que entender que los temas de la ética y la moral en periodismo son mucho más complejos y que impactan a nivel individual y colectivo. Por eso es que ponen mayor atención en cuestiones técnicas y en el manejo instrumental de la profesión para no asumir compromisos morales. Sobre esto hay diversas posturas teóricas pero, en general, cuando se habla de una moral profesional se hace referencia un sistema de normas que un grupo establece para ejercer en su provecho particular y social. Tal sistema regula su trabajo en el arte, ciencia u oficio que eligió y que ejerce.



La profesión escogida compromete al que la practica a tomar posición ante sí mismo y frente a la sociedad; esto implica poseer competencias y las capacidades necesarias que lo hacen ser apto para ejecutar su oficio. Esto conduce a asumir una actitud personal frente al conflicto permanente entre el individualismo y el desinterés por el bien común; entre el consumismo, el mercantilismo, el humanismo y la ayuda desinteresada. Eso exige definirse frente a una u otra posición y obliga a responsabilizarnos, a dignificar o desacreditar la profesión. Uno escoge, entonces, superarse continuamente o apegarse a la rutina; a ser creativos mejorando servicios o caer en el conformismo y en la pereza mental que lleva rápidamente a la mediocridad. Se trata de responsabilidad hacia uno mismo y hacia los demás y algo que muchos consideran cursilería pura: el amor a la profesión. Si esa profesión es la del periodista, tales características lo llenan de una mayor responsabilidad que la de cualquier ciudadano común, por sus conocimientos y la capacidad adquirida. Tal calidad obtenida lo obliga a ser ejemplar en sus funciones, en su práctica, en la difusión de las ideas y por poseer una supuesta formación humanista. Esto plantea un objetivo fundamental: deben actuar humanamente, y ello lo convierte en servidor público poseedor de unos derechos y deberes respecto a la sociedad que demanda un buen servicio que ayude a mejorar las condiciones de vida del organismo social.



Dentro de la jerga de los periodistas se menciona insistentemente sobre la importancia de trasmitir “la verdad”. Por lo general no explican a qué se refieren con eso de “la verdad” y esto es básico ya que ellos no son los dueños del medio de comunicación, y en tal situación el propietario impone criterios para redactar, comunicar y opinar. Otros afirman que prefieren ser “exactos” y apegados a la “verdad de los hechos” en el desempeño de su labor. Lo de exacto es muy discutible ya que nuestra capacidad de conocimiento es bastante limitada frente a la posibilidad de saber qué es la realidad; mientras que la obtención de la “verdad” es nada más que una aspiración ideal y en tal búsqueda la aproximación a los “hechos” es muy parcial. Puede decirse que es complicado despojarnos de los prejuicios de la opinión subjetiva frente a tales hechos. Incluso la noción de “objetividad” en la información es mucho más cuestionable ya que los acontecimientos y los hechos los captamos e interpretamos de forma subjetiva. En las condiciones del golpe de estado contra Manuel Zelaya vimos suficientes ejemplos del significado de los hechos y la verdad para los medios de comunicación que fueron cómplices y actores directos de ese delito. Simplemente, desde su óptica, no ocurrió nada grave; ni las masivas marchas de repudio fueron noticia. No importaba que los acontecimientos sucedieran frente a la sede de esos medios de prensa y se apaleara y asesinara a los miembros de la Resistencia Popular. Eso no estaba ocurriendo o había que ocultarlo. Así, la decisión de manifestar la verdad y los hechos dependía del criterio del propietario, y en muchas ocasiones la opinión del empleado era y sigue siendo idéntica a la sostenida por el dueño del medio de comunicación. Esto ha sido una de las características esenciales de la prensa hondureña en manos de la empresa privada.



Siendo que la búsqueda y trasmisión de la verdad plantea dificultades, en el periodismo se puede ser más modesto, mejor dicho, más honesto, y utilizar la noción de veracidad. Podemos ser más veraces o mentirosos y esto sí es propio de la conducta y del comportamiento individual, no es un asunto del dominio que se tenga de la técnica o de la ciencia. Es una opción humana que hace posible que al periodista no se le exija ser objetivo, exacto o verídico. Pero se puede esperar veracidad o decir mentiras en esa profesión. El término de veracidad informativa puede contribuir a superar determinadas prácticas vinculadas con el retardo, ocultamiento y distorsión de la información; con la parcialidad y el falso moralismo en los artículos de fondo; con los refritos que provoca el “monitoreo” de otros medios y con la información mercantilizada dirigida a la opinión pública. Tal vez se pida mucho a los que ejercen el periodismo en Honduras y se crea que son los formadores de opinión sin tener las suficientes competencias técnicas y éticas. Tal vez muchos de ellos no se dan cuenta qué tipo de problemas están en juego y no sean conscientes de la responsabilidad de su trabajo.



Lo que sí es evidente es que, de existir algún código de ética en los medios de comunicación, esa normativa sólo tiene significado cuando se enmarca elegantemente y se cuelga en las paredes de las salas de redacción. Sólo así es importante, como parte del decorado y sin aplicación práctica en la profesión. Si acaso existe ese código o los comités de ética, el conjunto de normas que se estipule deben regular el ejercicio de la profesión y basarlo en la veracidad y la responsabilidad. Por lo menos tendrá que ser un instrumento que ayuda a enfrentar el conflicto principal del profesional de la comunicación: cómo defender el derecho a la libertad de información y el derecho a la intimidad de las personas. Frente a las presiones derivadas de este problema sólo se puede responder con el arma de los principios morales, no mandando a matar al colega como le sugiere Oscar Calona a Adolfo Facussé, o con la cínica censura que propone el presidente del Colegio de Periodistas al sugerir “prudencia” con el lenguaje y “cautela” con la información, de tal forma que la dignidad del periodista puede ser la única actitud válida para superar cualquier imposición. Y algo muy importante: lo fundamental no es asumir actuaciones legalistas y abstractas, eso que aparece tras la pregunta ¿Qué dice el código respecto a determinada situación? El asunto básico, esencial, en todo esto es ¿A quién hay que ayudar? ¿A quién debo ser leal? ¿Con quién debo comprometerme?



El apegarse hipócritamente a lo que dice la ley y los códigos de la profesión significa subordinarse y someterse a leyes coactivas que significan muy poco en los actos privados y que su validez pública dependerá de un ejercicio de simulación frente a otros. Podría, entonces, hablarse de una actitud más humanista que haga posible la existencia de unas normas que hagan más libre al periodista y socialmente comprometido con el progreso social. Algo complicado de obtener en las condiciones del capitalismo que pone su sello explotador en la mayoría de las relaciones sociales. Cuando se detecten prácticas carentes de ética y se descubra la simulación existirán conflictos y las personas que quieran actuar de forma responsable y apegada a unas normas éticas, no deben olvidar que van a soportar burlas y perjuicios, y tendrán que estar dispuestas a lavar la cara del gremio. No se trata de jugar como el intachable y casto periodista sino de desempeñar un papel edificante en el desarrollo social, en el intercambio de la información y en el fomento de condiciones fraternas entre individuos y grupos. Todo esto es posible hacerlo. Otra dificultad derivada de lo anterior es la siguiente ¿siempre hay que desempeñar ese papel edificante o a veces?



21 de octubre de 2010